Preocupados ante la quietud y el silencio general de los partidos políticos, fuimos muchos los que unimos fuerzas y esfuerzos en la lucha por anular la ley de Caducidad. Desde el exterior, esos ciudadanos que la mayoría del pueblo uruguayo decidió que son ciudadanos de segunda (otra vergüenza), nos apoyaron involucrándose más que muchos "desentendidos" que habitan en el territorio uruguayo. Muchos fueron los que mandaron un aporte económico y quienes no pudieron hacerlo escribieron apoyando moralmente y difundiendo toda la información posible.
Fue gratificante ver a los jóvenes luchando por esta causa que englobaba en un color con poco carácter un significado tan fuerte como el de la vida misma; juntos por la dignidad de un pueblo, nada más ni nada menos que por Justicia y Verdad. He escuchado con asombro el argumento de que a los jóvenes no les importa lo que pasó, que es un capítulo cerrado y que por eso no se llegaron a juntar los votos necesarios para anular esta ley infame. Cuando escucho eso me pregunto si la juventud de la marcha del 20 eran viejit@s disfrazados o algo por el estilo, l@s que trabajaron duro contra viento y marea tratando de llevar algo de información a la gente ¿qué eran? En la coordinación de vecinos había más jóvenes que veteran@s.
Fue esperanzador ver a tantos jóvenes marchando el 20 en una caravana sin edad que desmentía plenamente la creencia de que este tema se agota con la muerte de los más viejos. Por suerte no se va a agotar nunca, porque mientras existan quienes luchan por defender los Derechos Humanos existe esperanza. Ojalá que aunque muera quien muera o nazca quien nazca la lucha por nuestra integridad esté siempre vigente.
Hoy siento dolor, pero también siento rabia, mucha rabia cuando se intenta disminuir el significado de este fracaso y se justifica o atenúan las causas que ayudaron a que otra vez se revolcara por el suelo esta esperanza. Cuando pienso que quienes padecen ausencias desde hace años tienen que escuchar estas pobres razones y mentiras, me da vergüenza y cuando intento imaginar lo que sienten, me doy cuenta de que es imposible, porque mi propia rabia y dolor son tan grandes que la de ellos con tantas mutilaciones no entra en mi comprensión y se desborda.
Lo único que tengo claro es que esta lucha no se debe acabar mientras haya una persona a la que se le esté negando el derecho a la justicia y a la verdad. Lo puede entender cualquiera que tenga un poco de dignidad y aprecio por los valores humanos. No podemos doblegarnos ante una ley caduca e inconstitucional que a 25 años del final de una dictadura nos somete, limita nuestra justicia y nuestros derechos.
Podríamos hacer una lista enorme de cosas que contribuyeron a la derrota, ¿por qué tuvimos que pelear por el SI y no hubo razón para que quienes están en contra hicieran un esfuerzo por argumentar las razones del no?. Peleamos contra la indiferencia, la desinformación, la ignorancia. Bastaba que alguien no quisiera o no supiera por qué poner la papeleta rosada para que se transformara en un voto en contra, un anónimo voto en contra, flaco, fascista y cómplice como el silencio de quienes callan.
Cuando escucho que se minimiza la importancia de anular esta ley, me parece estar leyendo de nuevo la carta de las hijas de Medina y Gavazzo que hace ya un buen tiempo contesté, son argumentos parecidos que quieren hacer creer que los Derechos Humanos son un tema ajeno y pasado de moda, una cantinela antigua que no tiene vigencia en el país del progreso y que unos pocos tienen derecho de conceder perdón a esos "pobres viejitos" que están presos. Lástima que esa decisión no esté en manos de quienes aún sufren las consecuencias del actuar de esos ancianos, que no sean los familiares, madres e hij@s de quienes fueron desaparecidos y asesinados, que no sean quienes fueron arrancad@s de sus familias siendo niñ@s.
La actitud del Frente Amplio fue totalmente irresponsable, me pregunto si el pueblo uruguayo no merece mayor respeto y consideración. Tenemos una ley declarada inconstitucional que no fue anulada ni derogada en todo este período, ¿qué va a pasar ahora?, ¿quién va a darnos una respuesta?
El pasado no es un cuento, lo que vivimos contribuyó a que hoy seamos quien somos, no reniego de mi pasado, no quiero que otros niños tengan que vivir lo que much@s de nosotr@s vivimos en nuestra infancia.
La lucha no se termina, el día que dejemos de pelear por los Derechos Humanos nos convertiremos en un triste rebaño de carneros sin pasado ni futuro.
Esto no quiere instar a la violencia, pero como tantas otras cartas que hoy circulan invitando a manifestarse, quiere invitar a la reflexión.
¡A redoblar compañer@s!
Veronika Engler
1 graffiti:
Si estamos en un mundo con muchas injusticias, que son resultado en muchas ocasiones de "mirar hacia otro lado", de la pasividad, del no involucrarse, parece que es la moda..
bss
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