28 octubre 2009

Chim pum fuera





¿Cómo pudo pasar? ¿Cómo el pueblo uruguayo no anuló una norma declarada inconstitucional por la Suprema Corte de Justicia hace menos de diez días y que viene siendo motivo de vergüenza de nuestro país por los reiterados llamados de atención de diferentes organismos de derechos humanos internacionales ratificados por Uruguay? Cuesta creer que 1.212.477 uruguayos y uruguayas avalen, a conciencia, una ley violatoria de los derechos humanos.

El lunes iba en el ómnibus cuando una señora se me acercó y me preguntó si se había confirmado “lo del plebiscito rosado”. Le dije que sí, que la Ley de Caducidad no se había anulado. Otra señora se sumó a la conversación. “Perdonen que las haya escuchado”, interrumpió y dijo, dirigiéndose a mí: “M’hija, yo quiero decirte que no es lo que nosotros queríamos dejarles. Les toca a ustedes, nunca dejen de luchar”.

Cuando mis coetáneos y yo éramos recién nacidos faltaba un año y poco para que se aprobara la Ley de Caducidad y la dictadura se hundiera en un agujero negro, nunca fuera pregunta de examen ni motivo de diálogo con muchas de nuestras familias y pares. Hasta que comenzó la ruptura del silencio. Se descorrió el velo y eran ciertos los desaparecidos. Era cierto el segundo vuelo. Era cierto el Plan Cóndor. Eran ciertas todas las violaciones a los derechos humanos.

Todo esto parecía anecdótico. Lo vivimos como nos lo contaron. El domingo fue la primera vez que esta generación sufrió una frustración tan grande en carne propia. Pero sólo es una inyección de fortaleza. Así debemos tomarlo. No importa cuánto sintamos hoy ese dolor. Importa cuánto hagamos de ahora en más para impedir que la impunidad continúe avanzando. A menudo lo hace sin dejar huellas, pero el domingo se le escapó la principal evidencia: la ignorancia, su principal escudo. Ignorancia que mantienen mediante la confusión y la indiferencia. En definitiva, mediante el silencio. Y el silencio también es terrorismo. Hay que detener este contagio de la ignorancia de generación en generación. Hay que poner el freno. Y los y las jóvenes debemos asumirlo como nuestra tarea.

Lourdes Rodríguez

Fuente: La Diaria

1 graffiti:

Ester Lina

Hola brujita:
recorriendo tu blog, envidio que el poeta Mario Benedetti y el escritor Eduardo Galeano, sean de tu nacionalidad.
Y comprendo lo que sentís por el plebiscito. No es correcto que los políticos pidan a la gente que les digan lo que tienen que hacer. Porque las personas tienen miedo aun. Es la Justicia la que debe expedirse en ese tema, y en coherencia con los tratados internacionales, que han acordado con los países los procedimientos a seguir en los delitos de lesa humanidad. Porque en democracia, el pueblo no delibera ni gobierna, sino por medio de sus representantes. Y son 3 poderes los que nos representan. Bueno, ellos deben hacerse cargo. No la gente común... porque entre ellos se hallan los mismos genocidas, que no tienen derecho a expresarse en este aspecto.
No obstante, cabe admitir que si en mi País (Argentina) hubieran realizado la consulta popular, los resultados no serían diferentes. Y asimismo, aún dada la opción de juicio y castigo a los culpables, el trámite va lento, y se produce una inequidad entre las víctimas y victimarios. Unos no tuvieron oportunidad ni de abogados, ni de cárcel, sino de tortura en sitios clandestinos. Y los otros, amén de gozar de todas las garantías de un juicio justo, cumplen condena en sus hogares en muchos casos, y ante una enfermedad, son asistidos e internados. El Menendez se hizo el desequilibrado mental por años, para eludir la Justicia. Tuvo que venir un equipo médico italiano, a raíz de un juicio que le sigue dicho País, para afirmar categóricamente que el hombre está en sus cabales, y puede ser imputado. ¿Podés creer? Y éstos decían que los militares eran la "reserva moral de la Nación"!!! Y se los ha visto llorar frente a las cámaras, como hizo el represor Buzzi en Tucumán...
Ya ves, que cada uno tenemos lo nuestro... Bien dicen algunos que la justicia lenta no es justicia. A varios de éstos les va a llegar la condena cuando hayan fallecido.
Te saludo.