24 noviembre 2009

España: Aún queda camino por recorrer





La decisión de dedicar el 25 de noviembre a la lucha contra la violencia de género se produjo en el año 1981 en el Primer Encuentro Feminista de Latinoamérica celebrado en Bogotá. Se eligió esta fecha para que coincidiese con la conmemoración del asesinato de las hermanas Mirabal, tres activistas asesinadas por la policía secreta del dictador Trujillo en el año 60 en la República Dominicana.

Por primera vez en ese encuentro se denunciaron todas las agresiones que pueden enmarcarse en el ámbito de la violencia de género: malos tratos y asesinatos en el hogar, violaciones, acoso sexual, y también las torturas y abusos sufridos por las presas políticas.

A día de hoy se incluye también la prostitución dentro de las agresiones de violencia de género que según el Artículo 1 de la Declaración sobre la Eliminación de la Violencia contra la Mujer de Naciones Unidas, “Es todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer, inclusive las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública o privada”.

Cuando está a punto de cumplirse el quinto aniversario de la puesta en marcha de la Ley Integral de Medidas Urgentes contra la Violencia de Género todavía sigue vigente un estereotipo femenino que se resiste a ser erradicado, la difusión de una imagen de la mujer en la que ésta es objeto de dependencia e incluso de sumisión, imagen que llega con facilidad a adolescentes en pleno proceso de formación de personalidad y a la que nos son ajenos los medios de comunicación que juegan un papel protagonista en el tratamiento de las noticias, la prevención y la sensibilización de la sociedad, campos en los que adelantan a los medios tradicionales de socialización que eran hasta hace unos años, la familia, la escuela y la iglesia.

Es conveniente recalcar la importancia que tiene la educación en la prevención de todo tipo de violencia. Hay que educar en igualdad para potenciar entre los adolescentes una identidad individual no sexista ni violenta que les permita adquirir habilidades con las que identificar y afrontar este tipo de situaciones porque la violencia de género no es un problema ni “de las mujeres” ni “del ámbito familiar” sino del enraizamiento en nuestra cultura de la necesidad ejercer un control absoluto sobre sus parejas que algunos hombres tienen. Incluir a los hombres en las estrategias de preventivas se traduce en un compromiso activo de colaboración, tanto individualmente como grupo social, en esta lucha.

La perspectiva hay que asentarla en la necesidad de cambio en las relaciones de género; la relación entre hombres y mujeres tiene que ser igualitaria, respetuosa y que genere el diálogo como método para resolver conflictos.

En palabras de Encarnación Orozco, delegada especial del Gobierno contra la Violencia sobre la Mujer “La violencia contra las mujeres viene avalada por un patrón discriminatorio que “sitúa a las mujeres en una subordinación a los varones con el que éste se siente con capacidad de controlar y de ejercer un poder de decisión sobre la mujer que merma toda su libertad y capacidad de autonomía, con lo que conlleva de indignidad.

Son evidentes los avances que estos últimos años se han producido gracias al desarrollo de la Ley Integral pero no es menos cierto que aún queda mucho camino por recorrer.

Pilar Rego

Fuente: AmecoPress


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