Vivimos un tiempo histórico donde los reclamos de verdad y justicia siguen vigentes para enfrentar las secuelas de la dictadura militar en la que se cruzaron todos los vientos de las barbaries.Graciela Muñiz*Noviembre es un mes donde tres generaciones de argentinos que intentan armar el rompecabezas de la identidad encontraron estímulos y herramientas para seguir adelante.
La Cámara de Diputados de la Nación aprobó dos proyectos sobre nuevos procedimientos para la obtención de ADN a través de análisis de piel, pelos, saliva… y la creación de un nuevo Banco de Datos.
La segunda ley traslada el ámbito de pertenencia del Banco de Datos Genéticos al Ministerio de Ciencia y Tecnología, posibilitando la incorporación de nuevos avances a las causas vinculadas con los delitos de lesa humanidad, y como estos delitos no prescriben, la búsqueda sigue para ordenar los trozos de la historia reciente en un todo, con nombres y apellidos.
En noviembre fueron recuperados los nietos 98 y 99, dos historias de vida y de muerte que merecen ser evocadas. Martín Amarilla Morfino, de 29 años, el nieto N° 98 recuperado por Abuelas de Plaza de Mayo es hijo de Guillermo y Marcela, secuestrados el 17 de octubre de 1979. Posiblemente hayan sido llevados a la ESMA y luego a Campo de Mayo. A la fecha continúan desaparecidos.
Martín nació en el hospital de Campo de Mayo durante 1980. Según un comunicado de Abuelas, este nieto se recuperó a si mismo. Comenzó la búsqueda de su identidad a partir de algunas sospechas.
Nadie le había dicho que era adoptado, pero las dificultades de quien decía ser su madre para quedar embarazada, su lugar, fecha de nacimiento y la profesión de su apropiador –era personal civil del ejército- fueron algunos indicios que lo condujeron a la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (Conadi) para solicitar colaboración en el esclarecimiento de su origen.
Finalmente un examen de ADN certificó que los datos genéticos coincidían con los de las familias Amarilla y Molfino, que desconocían la existencia de Martín por carecer de datos sobre el embarazo de su madre. En el encuentro familiar, lo primero que miraron sus tres hermanos fue el lóbulo de la oreja porque 'ninguno de nosotros tiene pulpita' comentó Mauricio, junto a Joaquín e Ignacio.
La nieta N° 99 se llamaba Mónica Santucho Ginder, desaparecida el 3 de diciembre de 1976 junto con sus padres Catalina y Heldy Rubén, cuando tenía 14 años en La Plata. Cuando la secuestraron pudo salvar a sus dos hermanos escondiéndolos en un recipiente recolector de basura.
'Mónica es una muestra mas del accionar de los genocidas, que además de secuestrar y robar bebés, asesinaron a niños y adolescentes que por su edad no podían ser apropiados' expresaron las Abuelas, que trabajaron en este caso con el Equipo Argentino de Antropología Forense, quién determinó que la joven fue inhumada como NN en una fosa común de un cementerio de Avellaneda, entre enero-febrero de 1977.
Su familia pudo de esta manera conocer el cruel destino de Mónica y hoy sus restos descansan en el cementerio de Bahía Blanca. Por iniciativa de las Abuelas unos 3300 jóvenes concurrieron a la Conadi para investigar su procedencia, ya que se calcula que unos 500 bebes fueron robados a sus padres y familiares durante la dictadura.
La búsqueda continúa, las heridas no cierran, se convierten en acción, en vida por la vida de los miles que lucharon por un mundo mejor.
400 nietos esperan recuperar su historia, su identidad y este es un tema que nos concierne a todos.
*Defensora Adjunta del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires.
Fuente: Artemisa
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