
La Historia de Italia sorprende a cualquiera. Es un extensísimo rosario de genios, pintores, escultores o arquitectos, músicos o filósofos, escritores o poetas, iluminadores o artífices, un no acabar de gente sublime que representa lo mejor que la humanidad ha pensado, imaginado, hecho. Nunca le faltarán catilinas de mayor o menor envergadura, pero de eso ningún país está exento, es lepra que a todos nos toca. El Catilina de hoy, en Italia, se llama Berlusconi. No necesita asaltar el poder porque ya es suyo, tiene suficiente dinero para comprar todos los cómplices que sean necesarios, incluyendo jueces, diputados y senadores. Ha conseguido la proeza de dividir la población de Italia en dos partes: los que les gustaría ser como él y los que ya lo son. Ahora promueve la aprobación de leyes absolutamente discriminatorias contra la emigración ilegal, saca patrullas de ciudadanos para colaborar con la policía en la represión física de los emigrantes sin papeles y, colmo de los colmos, prohíbe que los niños de padres emigrantes sean inscritos en el registro civil. Catilina, el Catilina histórico, no lo haría mejor.
Dije antes que la Historia de Italia sorprende a cualquiera. Sorprende, por ejemplo, que ninguna voz italiana (al menos que yo sepa) haya retomado, con una ligera adaptación, las palabras de Cicerón: “¿Hasta cuando, Berlusconi, abusarás de nuestra paciencia?” Experiméntese, puede ocurrir que dé resultado y que, por esta u otra razón, Italia vuelva a sorprendernos.
José Saramago
Fuente: El cuaderno de Saramago

1 graffiti:
Olá ,tudo bem?
Bom fim de semana,Abraços.
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