La personalidad y la obra del escritor norteamericano Ernest Hemingway atraerán la mirada de estudiosos y especialistas en su ámbito literario y humano, a raíz del 12 Coloquio Internacional que se celebrará en La Habana del 18 al 21 de junio.
La fecha es propicia para el homenaje y la reflexión, al coincidir en 2009 cuatro aniversarios redondos: el 110 de su natalicio, el 70 de la instalación de su residencia en Cuba, el 80 de la publicación de Adios a las armas y el 55 del otorgamiento del Premio Nobel de Literatura.
Habría que añadir, además, que el mismo día de la clausura, pero un mes después -el 21 de julio de 1962-, fue inaugurado el Museo que desde entonces radica en Finca Vigía, y que ahora convoca una vez más a profundizar y preservar su legado, a descubrir en él nuevas e inagotables aristas.
En conferencia de prensa, Ada Rosa Alfonso, la directora de esa institución -un refugio a varios kilómetros de La Habana, donde Papa amó y escribió algunos de sus libros más importantes- explicó que la sede del Coloquio será el hotel Ambos mundos.
Fue el primer sitio que lo flechó al llegar por primera vez a Cuba en 1928, a bordo del vapor francés Orita, en una travesía de dos semanas. Lo acompañaba su segunda esposa, Pauline Pfeiffer.
Respaldado por la Cátedra Hemingway del Instituto Internacional de Periodismo "José Martí" y el Consejo Nacional de Patrimonio, el temario es tentador e incluye ponencias como Infuencia de Cuba en el arte de la narración de Ernest Hemingway en El viejo y el mar, del profesor estadounidense Andrew Felmand.
La acompañan otras de sugestión similar como la que aborda la relación entre el autor de Por quien doblan las campanas y su traductora Fernanda Pivano, "una amistad tanto o más fuerte que el amor", a cargo del especialista italiano Guido Herrera.
Enumerarlas todas escapa a los límites de un despacho cablegráfico, pero habría que añadir algunas más, de singular reclamo: Hemingway y Enrique Serpa (escritor cubano), del narrador y ensayista cubano Armando Cristóbal Pérez.
Junto a ella, Ernest Hemingway: escribiendo en Cuba siempre tuvo suerte, de la presidenta de la Cátedra que lleva su nombre, Gladys Rodríguez Ferrero, quien eligió como título una paráfrasis de la confesión del autor al periodista George Plimpton, al aludir a la razón principal que lo vinculaba de raíz con la isla.
El Coloquio abarca un programa colateral de visitas a sitios entrañables para el, entre ellos el bar-restorán Floridita -donde hoy se le ve en una escultura en bronce acodado al mostrador de la barra, casi humano por obra del arte-; el hotel Ambos mundos, donde alquilaba una habitación cada vez que, al principio de sus tránsitos en la isla, se quedaba a dormir en tierra habanera.
También el restorán Las terrazas, en Cojímar, sitio de reunión con sus compinches de pesquería, los pescadores en los que dejó una huella profunda, con quienes compartió las inquietudes y largos acechos, las noches de ron y hermandad en espera de los peces esquivos. Y por supuesto, Finca Vigía, donde pasó la mitad de su vida activa de escritor.
Del Coloquio hay que hablar más pero quedan varios días por delante. Del 18 al 21 Hemingway revivido y multiplicado en Cuba, en junio venidero.
Será una oportunidad de intercambiar experiencias con instituciones y especialistas afines a nuestro Museo, afirmó Ada Rosa Alfonso. También para seguir el rastro del novelista de El viejo y el mar en una isla en cuya alma penetró mucho más de lo que cualquiera se imagina.
Fuente: PL
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