El escritor italiano Umberto Eco, uno de los intelectuales europeos de mayor prestigio, afirma que el principal enemigo de los libros no es Internet, sino el ser humano, que los censura y confina a bibliotecas inaccesibles.
Los enemigos de los libros son "principalmente los hombres, que los queman, los censuran, los encierran en bibliotecas inaccesibles y condenan a muerte a quienes los han escrito. Y no, como se cree, Internet u otras diabluras", afirma el literato en una entrevista que publica hoy el diario turinés "La Stampa".
"Internet enseña a los jóvenes a leer, y sirve para vender un montón de libros", añade.
Eco (Alessandria, 1932), Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades en 2000, apuesta por una estrecha colaboración de las nuevas tecnologías con la literatura y defiende la existencia del libro electrónico, conocido como "e-book", como forma de soporte de textos.
"Si a su manera el (libro electrónico) resulta legible, se puede hojear fácilmente, es manejable, capaz de ser leído aunque no se tenga la batería totalmente cargada y, sobre todo, si ésta es duradera, se podrá hablar" del "e-book" como una alternativa, comenta Eco.
"Aún (no he usado ninguno) -continúa-, pero si, por cualquier trabajo, tuviera que transportar diez mil páginas de documentos, lo usaría con mucha satisfacción. Para leer una novela no lo sé. Para mí es importante mojarme el dedo para girar la página".
El escritor italiano asegura que el libro electrónico puede atraer nuevos lectores, de hecho, comenta que ha sabido de un "hacker" informático que comenzó a leer el "Quijote" de Miguel de Cervantes gracias a este soporte digital.
Según Eco, Internet es la "madre de todas las bibliotecas", aunque ofrece dos principales diferencias con respecto a los tradicionales lugares de conservación de libros.
"Primero, los libros de una biblioteca muestran, a través del nombre del editor, su grado de credibilidad, y los sitios de Internet sin embargo no", explica el escritor.
"Segundo -añade-, Internet ofrece también colecciones completas de grandes obras, pero sólo en traducciones libres de derechos (de autor) y no en la más reciente edición crítica. Por eso no va bien para muchas investigaciones de tipo filológico".
Fuente: Efe
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