24 mayo 2009

Benedetti Nuestro



Foto: Casa de las Américas


Ildefonso Finol
Caracas

Imposible no hablar de Benedetti. Más ahora, que el sur también existe. Más ahora que todos te damos gracias por el fuego de luz que emanó de tu alma hasta el mundo que respiro.

Porque vos Benedetti de la pequeña patria oriental sureña, sois una milonga en Zitarrosa mayor cantada a dúo de acordes Olimareños con la flaca guitarra de Viglietti y letra revitalizada de Galeano. Vos sois el Uruguay que lucha y crea.

Decir el Uruguay, las rutas marinas del exilio y el retorno de gaviotas crepusculares en la víspera eterna del último desembarco, decir no te salves o vamos juntos que son tácticas distintas en la misma estrategia, decir montevideanos u orientalito, es hacerse uno el inventario como pequeño verso de un tango que espera bandoneón.

Cantarse, cantarse también se vale en la turbulenta búsqueda del amor, ah cálido muelle que mientras revivo acuden primaveras a mi memoria, como la del hombre preso que mira a su hijo en Milanés, las tímidas maneras de Martín Santomé, cantarse sobre todo las verdades en la pausa colosal del largo viaje.

Y si nos hablas de la revolución posible, tu voz atlántica recorre senderos de la premonición carnosa, la ruptura estrepitosa de los oscuros dogmas.

Ya dijiste que el más triste es el llanto de ojos secos, que cuando la herida viene de muy lejos la sangre derramada no se seca, vaya manera de adelantarte a cualquier apoteosis oportunista.

Nosotros no hablamos sino con el pretérito que conjugaste para este hoy. Nosotros, los que nos hicimos de tu palabra virgen, nos enamoramos del bosque donde anidó tu generosa fertilidad. Vino el amor. Amor el vino. Amor a calor del invierno que te gusta, con leña de astillas de dos cuerpos amasándose.

Un arma poderosa nos legaste. El enemigo se retuerce por la envidia. Digo con sentencia histórica ante tu nombre, que la poesía nos pertenece, el poema es la izquierda diáfana, el sueño de igualdad y el tesón insistente de crearla.

Los enemigos, la pobre derecha, su amo el imperialismo, odian nuestra fuente de juventud sin silicona ni quirófanos neoliberales. Nosotros cuando amamos es como renacer, ustedes que ni aman, solo saben tener. Tengan el odio.

Benedetti es del partido de Antonio Machado y Miguel Hernández, camarada de Neruda, compañero de Nazoa, conmilitón de Guillén. ¿De dónde son los poetas? Silvio respondería, de los parajes en que ningún amor está perdido. Santa palabra.

Porque la sensibilidad, esa sublime esencia de la condición humana, habla por la piel, por los actos, por las justas trincheras, siempre por la palabra poeta.

Poeta el pueblo que en los brazos de Benedetti ha emprendido la marcha definitiva hacia el futuro glorioso. El pueblo que en Benedetti se multiplica con sones de libertad, el candombe que al sudor vierte sus manjares.

Poeta que nos bautizaste en las ardientes aguas de tu conciencia. Te queremos. Te queremos porque sois amor cómplice y todo, y en la calle codo a codo, somos mucho más que dos.

Fuente: La Jiribilla






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Abraço querida amiga.