He leído en un reportaje sobre el terremoto en los Abbruzzos que los supervivientes, desesperados, impotentes, se preguntan por qué el destino los ha elegido a ellos y a su tierra como campo de la tremenda catástrofe. Es una pregunta que nunca tendrá respuesta, aunque invariablemente nos la hacemos cuando la infelicidad viene y llama a nuestra puerta, como si en cualquier parte del universo existiese un responsable al que pedirle cuentas por los males que nos suceden. Muchas veces no hay tiempo para nada más que ver la muerte de frente, o ni siquiera para eso, cuando una bomba revienta a diez pasos o el cayuco se deshace en pedazos con la costa ahí mismo, al alcance, o cuando la inundación arrastra casas y puentes como si de obstáculos insignificantes se tratase, o cuando el alud o el desmoronamiento de tierras sepultan a poblaciones enteras. Nos preguntamos por qué a nosotros, por qué a mí, y no hay respuesta. Jacques Brel también se preguntó: “Pourquoi moi? Pourquoi maintenant?” - y murió. Es el destino, decimos, y en él no está escrita la palabra resurrección. Es bueno saberlo porque, verdaderamente, el mundo no está para resurrecciones. Ya basta con lo que basta.
José Saramago
Fuente: El cuaderno de Saramago
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