José Luis Rodríguez Zapatero se reunió con el mandatario hondureño, Porfirio Lobo, en Madrid. Junto a los otros presidentes centroamericanos, firmaron un Acuerdo de Asociación entre los bloques regionales. La vuelta de Honduras a los foros internacionales.
Mientras en Washington Barack Obama y Felipe Calderón le prometían respaldo, en España el presidente hondureño Porfirio Lobo recibía otro apoyo crucial, el del presidente pro témpore de la Unión Europea, el socialista José Luis Rodríguez Zapatero. Lo recibió y luego firmaron, junto a los otros mandatarios centroamericanos, un Acuerdo de Asociación entre los bloques regionales. Lobo escuchó críticas y dudas, y no pudo participar de la cumbre anterior con el resto de América latina, pero el viaje fue una victoria política. “Después de haber estado aislado completamente por siete meses, realmente esto es un éxito para nosotros”, celebró ayer en Madrid el ministro hondureño de Comunicaciones, Miguel Angel Bonilla.
Zapatero se sacó la foto con Lobo, sonrió y conversaron en privado, pero no hubo conferencia de prensa conjunta. El único que habló –con mucha emoción– sobre el encuentro fue el presidente hondureño. Se mostró receptivo a las críticas y, principalmente, a revisar la cuestionada ley de inmunidad, que logró proteger a los responsables del golpe de Estado pero no garantizar la vuelta al país del ex mandatario derrocado Manuel Zelaya, quien sigue refugiado en República Dominicana. “A Rodríguez Zapatero le pedí lo mismo que le dije a la OEA, o sea, una comisión de juristas que revise la amnistía, para que consideren si hay algo que reformar”, planteó el mandatario, electo bajo la dictadura cívico-militar de Roberto Micheletti.
Lobo sugirió una fórmula que Europa ya aplicó en Guatemala. La importación de un fiscal especial, ajeno a los conflictos de intereses locales y a la corrupción endémica de los pequeños países centroamericanos, la mayoría con un largo historial de gobiernos de facto y autoritarios. En Guatemala desde hace dos años funciona la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala, encabezada por el jurista español Carlos Castresana, el hombre que logró desactivar la peor crisis política de los últimos años al investigar un asesinato que tenía como principal sospechoso al presidente Alvaro Colom.
Según el mandatario hondureño, Zapatero habría aceptado enviar a alguien a Tegucigalpa. El trabajo de ese fiscal no sería sólo analizar la ley de amnistía, sino también todos los procesos judiciales que aún penden sobre la cabeza de Zelaya. La concesión no es casual. En Madrid, los presidentes centroamericanos y las autoridades de la Unión Europea le recordaron a Lobo que la vuelta del ex presidente depuesto era una condición necesaria para normalizar las relaciones entre el pequeño país y el resto del mundo. En el caso de sus vecinos, el objetivo principal es que reingrese al Sistema de Integración Centroamericano (SICA), un primer paso obligado antes de negociar la vuelta a la Organización de los Estados Americanos (OEA), en donde encontrará más resistencia.
Lobo repitió que Zelaya puede volver cuando quiera, que la Justicia no lo perseguirá. Pero mientras él reiteraba esa promesa, desde Washington la organización Human Rights Watch condenaba la decisión de la Corte Suprema hondureña de remover a cuatro jueces, todos abiertamente críticos al golpe de Estado contra Zelaya. Lobo tomó distancia de la decisión judicial, pero no la cuestionó.
Más allá de los gestos y guiños que adornaron las reuniones de ayer en Madrid, lo cierto es que la firma del Acuerdo de Asociación entre la Unión Europea y Centroamérica marcó el retorno de Honduras a los foros internacionales. Lobo, Colom, su par panameño Ricardo Martinelli, el salvadoreño Mauricio Funes y la nueva presidenta costarricense Laura Chinchilla sellaron un tratado muy similar al de Libre Comercio con el mayor bloque regional del mundo. El único ausente fue el nicaragüense Daniel Ortega, quien mandó a su ministro de Comercio.
El acuerdo, que también incluye promesas de cooperación y de apoyo político, se centra en lo comercial. A partir de ahora Centroamérica podrá exportar por año a la UE 10 mil toneladas de carne, valuadas en unos 42 millones de euros, y 20 mil toneladas de arroz, otros ocho millones de euros. Los europeos, a cambio, tendrán luz verde para exportar todos sus productos industriales sin pagar ningún tipo de aranceles.
Fuente: Página 12
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