24 mayo 2010

Uruguay: Simón y el Oso


La trasnacional mexicana “Bimbo” se vio obligada a admitir su responsabilidad en la muerte a fines de 2008 del joven trabajador uruguayo, Simón Santana, de 25 años de edad, y tuvo que abonar una suma reparatoria de 160 mil dólares, la más alta en la historia de los juicios laborales en Uruguay.

La empresa había ofrecido a la familia de la víctima una suma de apenas 8.224,50 pesos (unos 330 dólares al cambio de la época) como única compensación por adeudos salariales, daño moral, lucro cesante y daño emergente, durante una primera audiencia desarrollada ante la justicia civil el 23 de octubre de 2008.

La terrible muerte de Simón Santana, dejó al desnudo las políticas de las empresas trasnacionales en los países en vías de desarrollo, donde se instalan en busca de mano de obra barata e incumplen las mínimas obligaciones de seguridad laboral, según denunció la Unión Internacional de Trabajadores de la Alimentación (UITA).

La responsabilidad de “Bimbo” se evidenció en una causa ante el Juzgado Letrado de 1º Instancia en lo Laboral de 5º turno, a cargo de la jueza María Rosa Silva Rienzo, ante quien se habían presentado múltiples pruebas recabadas por la policía y la Inspección General del Ministerio de Trabajo. Bimbo cedió en la primera audiencia conciliatoria.

Un joven llamado Simón

Simón (cuyo nombre recordaba a un niño desaparecido durante la dictadura uruguaya) había muerto el 3 de septiembre de 2008, cuando realizaba solo la limpieza de una maquina enfriadora de la planta industrial de Panificadora Bimbo del Uruguay SA, ubicada en los suburbios de Montevideo, donde trabajaba desde principios de ese año.

El joven estaba realizando sus labores sin supervisión alguna, cuando fue atrapado por los engranajes de la maquina, que no tenían placas de protección, y permaneció apretado durante más de quince minutos antes de que intentaran darle un tardío auxilio. La empresa había reducido personal y la tarea de Simón había sido recargada.

Simón había nacido el 24 de noviembre de 1982, hijo de un matrimonio de artistas, titiriteros callejeros, que actuaban solidariamente en cooperativas, sindicatos y otras movilizaciones en aquellos días de agitación social con la caída de una dictadura militar que se había instalado en Uruguay desde 1973

Era un joven inquieto que a los 15 años ya había realizado cursos de capacitación en el arreglo y armado de computadores, especialidad que perfeccionó en Curitiba, Brasil, donde se radicó con su madre por un tiempo. Regresaron a Uruguay en 2007, pero Simón solo pudo conseguir trabajo en empresas de limpieza.

La mortal cueva del oso

“Cuando entró a trabajar a Bimbo, Simón estaba entusiasmado. Me decía: Fijate es una fábrica y uno puede crecer. No voy a estar siempre limpiando vidrios”, recuerda su madre Alicia Farías. Pero a los pocos meses de ingresar a la Panificadora, Simón sufrió un primer accidente laboral: se cortó con una pesada chapa de acero.

En la filial uruguaya de la empresa Bimbo no había un sindicato organizado y los problemas laborales se repetían: excesiva rotación de personal por los sueldos bajos, reducción de empleados que provocaba una recarga de la tarea en los que quedaban, incumplimiento de normas de seguridad laboral y la imposición del miedo…

Los partes realizados por funcionarios de la Seccional 8º de la Policía de Montevideo, indicaron que la limpieza de la máquina enfriadora se realizaba con el equipo encendido. La investigación del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social definió que la muerte obedeció a razones técnicas (imprevisión) y humanas (sobrecarga de tareas).

La noticia de la muerte sólo se difundió en un canal de televisión. La misma noche del accidente la empresa ordenó poner los resguardos, protecciones y señalizaciones que la mortal máquina no tenía. A la mañana siguiente los camiones de Bimbo habían vuelto al reparto de sus productos panificados.

Muerte que pudo evitarse

El doctor Luis Rodríguez Turrina fue el abogado de la familia que impulsó la causa judicial luego de rechazar la absurda oferta compensatoria que había propuesto la trasnacional mexicana y agotada la instancia conciliatoria en el seno del Ministerio de Trabajo, se presentó la demanda ante la justicia laboral.

Dieciséis meses después, Bimbo admitió su responsabilidad y terminó por pagar los 160 mil dólares, una cifra que nunca antes se había obtenido en un juicio de estas características en Uruguay, pero que la trasnacional mexicana ya había pagado en multas por accidentes de trabajo en sus plantas de California, Estados Unidos.

La empresa –que se instaló en Uruguay en 2006 y fue comprando a sus competidores hasta constituirse hoy en casi un monopolio de la panificación en el país- aún debe responder ante la Justicia Penal, donde se instruye un presumario que ya derivó a la vista fiscal y puede adjudicar otras responsabilidades por la muerte de Simón.

“Independientemente del resultado del juicio laboral, donde la administración de justicia cumplió su cometido, el Estado y la clase trabajadora deben controlar y exigir de los empleadores el estricto cumplimiento de las medidas de seguridad e higiene que correspondan para disminuir al máximo las posibilidades de que ocurran accidentes de trabajo perfectamente evitables como en este caso”, dijo el abogado Rodríguez Turrina.

Roger Rodríguez

Fuente y fotos: Rel-UITA


Ya dejaste tu graffiti?