15 junio 2010

Forjando la Memoria: La sangre caída y la inocencia perdida


Sepelio del estudiante Líber Arce


"SOBRE TODO, SEAN SIEMPRE CAPACES DE SENTIR EN LO MÁS HONDO CUALQUIER INJUSTICIA COMETIDA CONTRA CUALQUIERA EN CUALQUIER PARTE DEL MUNDO." - (Carta del Che a sus hijos)

Desde los tiempos del pachecato, la represión fue particularmente dura contra los dos focos emblemáticos de la resistencia: los obreros y los estudiantes que enfrentaban con coraje los desbordes autoritarios del gobierno. El único lenguaje que se usaba consistía en gases, sablazos y cachiporras, luego se incorporaron las armas de fuego con las que asesinaban en la calle a jóvenes estudiantes desarmados. Eran los tiempos del Escuadrón de la Muerte, tiempos de la Juventud Uruguaya de Pié, del Comando Caza Tupamaros, tiempos de torturas a luchadores sociales, de militarización de los sindicatos y de las detenciones de obreros y estudiantes bajo las medidas prontas de seguridad. Luego vendrían los tiempos de la dictadura y el terrorismo de Estado aplicado a sangre y fuego que habría de durar hasta mediados de los años 80.

El 14 de agosto de 1968 la predictadura cobraba la primera víctima, el estudiante Líber Arce moría como consecuencia de las heridas producidas por las balas policiales. Las bandas fascistas no se detuvieron, vendría una larga lista de jóvenes estudiantes muertos que dejarían una marca indeleble en la historia de nuestro país.

Ese mismo año es asesinado en una manifestación Hugo de los Santos y Susana Pintos, que trató de socorrer un compañero envuelta en una bandera blanca que no fue respetada.

En 1969 cae el estudiante Jorge Salerno. En 1971 Heber Nieto de 16 años es baleado por un francotirador del Escuadrón en la puerta de la Escuela de la Construcción. Manuel Ramos Filipini es secuestrado, torturado y luego asesinado. Julio Spósito es baleado en una concentración frente a la Facultad de Química, Héctor Castagnetto de 19 años es secuestrado, torturado y asesinado, hoy está desaparecido. También desaparece Abel Ayala. En 1972 asesinan a Joaquín Klüver y a Íbero Gutierrez, ese mismo año balean por la espalda dentro del liceo Nº 8 a Santiago Rodriguz Muela y es ejecutado Mario Eguren de 17 años. Ramón Peré es asesinado durante la huelga general de 1973 y Walter Medina de 16 años mientras pintaba un muro "abajo la dictadura, consulta popular"

Ya en plena dictadura el terrorismo de Estado siguió cobrando víctimas jóvenes, como Nibia Sabalsagaray que muere durante la tortura o las vidas de Silvia Reyes, Laura Raggio y Diana Maidanik, todas de 19 años, que son acribilladas a balazos mientras se encontaban durmiendo (Silvia estaba embarazada de 3 meses)

La crueldad no tenía límites por aquellos años, el terrorismo de Estado también condenó a niños, adolescentes y jóvenes que debieron vivir lo peor. Miles se criaron sin uno o ninguno de sus progenitores, deambularon por los cuarteles y los penales, sufrieron malos tratos y atropellos, vivieron con angustia y terror directo que marcaron inexorablemente sus vidas para siempre. Hubo quienes sufrieron el exilio o la clandestinidad. Separados de sus familiares y amigos muchos adolescentes llegaban al exterior solo cargando angustia, inseguridad, inquietud y rencor por haberles impuesto otra vida y haber sido arrancados abruptamente de su medio natural.

Los que visitaban a sus padres en los penales o cuarteles eran humillados en la revisación. Para ver si "los pequeños subversivos" pasaban algo muchas veces se les palpaba entre las piernas o se les quitaba la ropa interior. Las visitas además de ser escasas, se enmarcaban en un ambiente hostil, hecho para separar y no para unir. Era todo un drama, tras de ser corta y espaciada en el tiempo, los reglamentos cambiaban entre una visita y otra, creando incertidumbre, inseguridd y nerviosismo, lo que importaba era armar un clima de tensión y miedo. Muchas veces se les suspendía la visita a los hijos o se sancionaban a sus padres, ambos vivían varios días sintiéndose culpables de ello. Una crueldad tanto para el preso como para los pequeños, que quedaban con una gran angustia clavada en el pecho.

Los que nacieron en cautiverio fueron torturados desde el vientre de la madre. Algunos quedaron detenidos con ellas pasando muchas penurias y a veces eran sancionados junto a su madre, otros fueron depositados en el "Consejo del Niño", otros secuestrados y entregados a los propios represores o amigos de éstos, hoy varios siguen desaparecidos, los que tuvieron más suerte pudieron ser criados por algún familiar o amigo. Un caso relevante es el de Macarena, que luego de asesinar a su padre en 1976, su madre con un embarazo a término fue confinada en la sede del SID hasta dar a luz y luego desaparecida. La niña es localizada en el año 2000.

También en el Cono Sur el horror de las dictaduras fue un plan de exterminio conta los opositores políticos y sus familias. Existió una coordianción represiva entre los países del área, los militares de la región acordaron políticas de represión dentro y fuera de fronteras, en la estrategia llamada "Plan Cóndor".

En setiembre de 1976, en la ciudad de La Plata, Argentina, secuestraron 16 jóvenes estudiantes con edades entre 15 y 17 años. Se movilizaban para reclamar la media tarifa social del boleto. No obstante fueron considerados por el Gral. Camps como "parte del accionar subversivo de las escuelas" y llevados al "Pozo de Banfield". Allí conocieron el horror en toda su expresión, padecieron la tortura extrema, los simulacros de fusilamento y el intento mediante tortura sicològica, de imponerles otra mentalidad. Pablo Díaz fue el único sobreviviente de la llamada "Noche de los Lápices".

Floreal Avellaneda, un joven argentino de solo 14 años, luego de ser torturado y asesinado junto a su madre en 1976, es encontrado en las costas del Río de la Plata en Montevideo. En setiembre de ese mismo año, Anatole Julién de 3 años y su hermana Eva de 1 año y medio son trasladados a Uruguay luego de matar a su padre y secuestar a su madre. Desde el centro clandestino de detención y torturas en Bulevard Artigas y Palmar son llevados en avión a Chile y abandonados en una plaza en la ciudad de Valparaíso. Cuando los encontaron fueron internados en un orfanato, más tarde una familia los adoptó sin conocer la trágica historia.

Los hemanos Hernández Hobbas: Beatriz de 16 años y Washintong de 15 años son secuestrados en Argentina en 1977 y permanecen desaparecidos junto con sus padres, Esteban fue criado por la familia paterna y Andrea, la más pequeña, fue adoptada recuperando su verdadera identidad a la edad de 29 años. En 1978 Carlos Severo Barreto de 17 años es secuestrado en Argentina y desaparecido.

En 1975 una terrible represión y una perversa mentira se instaló en Treinta y Tres: 38 detenidos, 29 eran niños entre 13 y 17 años que fueron salvajemente torturados y humillados en un cuartel. A mediados de abril se publica en el diario "El País" un comunicado del Comando General del Ejército donde informaba que: "se había encontrado una organización clandestina de la UJC que reclutaba menores de edad y los preparaba políticamente para cumplir tareas del marxismo". Se aducía que "estaban viviendo en un campamento en "La Esmeralda" en completa promiscuidad y donde los hábitos sexuales eran usuales si la más elemental higiene. No resulta extraño que jovencitas entre 13 y 17 años que se prostituían contrajeran enfermedades venéreas".

¿En què contexto se enmarcó aquella represión contra adolescentes ? Se había producido un cambio en la dictadura y se intesificaba la represión contra el Partido Comunista. En un operativo coordinado y simultáneo, en 2 días detuvieron 38 jóvenes, algunos secuestrados en la calle, otros detenidos en su casa o los esperaban montando una "ratonera" para cazarlos. Son llevados directamente al cuartel, al rato los sacan al patio de plantón, pierden la noción de las horas que pasaban, piernas separadas y extendidas, brazos cruzados detrás de la nuca y golpes si no aguantaban más y caían. Se oían llantos, muchos comenzaron a gritar por sus madres. Mientras esos chiquilines estaban siendo torturados en el cuartel, los represores volvieron a sus casas para allanar rompiendo hasta los colchones. No tuvieron un trato especial por ser menores, fue el clásico, plantón, palizas, submarino, picana, golpes con las palmas de las manos en los oídos, colgadas y la tortura sicológica permanente. La máquina dura varios días, luego son trasladados a la cuadra compartida por mujeres y hombres, menores y mayores.

Llegó el festivo del 19 de abril y con el desfile el Goyo Álvarez; después del desfile, la pesadilla. Volvieron a torturarlos en forma salvaje, eso fue gratuito, no había nada que preguntar, solo se le dio el gusto al Goyo y al sanguinario Pedro Buzzó, especialista en torturas.


La Universidad resiste el golpe de estado fascista


Otro día llevaron a las mujeres al médico para una "pequeña intervención", allí estaban dos médicos con guantes puestos, les hacen el tacto vaginal, al otro día les inyectan penicilina delante de la tropa. De ese modo pudieron argumentar que tenían enfermedades venéreas como lo habían comunicado en el diario y justificar por que tenían menores de edad detenidos y torturados que no habían cometido ningún delito. Permanecen un mes allí y luego siendo menores, son juzgados por la Justicia Militar.
Un día encapuchados y atados con alambre los suben a un camión y los trasladan a Montevideo. Algunos fueron al Hogar Femenino, otros al Alvaro Cortéz. Estuvieron siete meses internados en el Consejo del Niño, los liberaron pero les suspendieron todas las instituciones de enseñanza, pública y privada, para que no pudieran estudiar mientras existiera la dictadura. Así ocurrió.

Otro caso de jóvenes entre 15 y 18 años que es espeluznante es uno que involuca al ciminal Jorge Silveira, hoy preso por violaciones de lesa humanidad. El "pajarito" Silveira además de torturar, desaparecer, robar niños y asesinar, solía violar a prisioneros adolescentes. En un frío invierno de junio de 1981, a seis mese del plebiscito que estalló en la cara de la dictadura, los aparatos militares y policiales andaban a la caza de los impulsores de las estructuras sindicales y estudiantiles que afloraban incontenibles. Agentes de la DNII hacen una redada de estudiantes, 20 adolescentes, 7 mujeres y 13 varones son trasladados en una camioneta policial a las dependencias de la calle Maldonado y comienzan a ser torturados. Golpes, picana, colgadas, plantones, submarino y más, con un solo objetivo, encontrar la máquina que imprimía volantes convocando a organizarse y resistir y las armas. Torturan sin convicción porque sabían que estos jóvenes no estaban armados, ni siquiera organizados. Cuando se agoten las preguntas el interrogarorio perderá sentido, pero la tortura continúa durante 41 días.

Están tirados en el piso temblando de frío y miedo, desnudos y como única prenda una venda en los ojos, pueden oír los llantos y gemidos de dolor de los cuerpos cercanos y también sus propios gritos desgarradores en espera de lo único previsible, la próxima sesión de tortura. Los liciales aprenden a reconocer las voces de sus torturadores, Jorge de 16 años, puede ver por encima de la venda a uno de la patota de los "duros" que aparece diariamente y que todos lo nombran conel apodo de "chimichurri" (después reconocerían a Silveira por una foto) Cada vez que oían esa voz de mando, un estremecimiento involuntario ganaba a los prisioneros que aprendieron a registrar el llanto de las compañeras que Chimichurri "elegía para interrogar". En la planta baja del edificio hay varios hombres que ríen y gritan exitados. Chimichurri y sus secuaces llegan al edificio de la calle Maldonado para interrogar a otros prisioneros en la planta alta, cuado bajaban al sótano era simplemente para divertirse.

Arrojan a un joven de 16 años sobre una mesa y lo atan boca abajo. Al dolor de las torturas de varios días se le suma el dolor de las heridas internas a causa de las reiteradas violaciones. El ataque sexual no es suficiente para estos oficiales de la lucha contra la subversión, pretenden que sus víctimas participen de sus desviaciones haciéndoles propuestas a los que eligen para sus orgías cada vez que bajan al sótano. Silveira amenaza, golpea, grita, pero no obtiene colaboración y descarga su frustración en la violencia de sus reiteradas violaciones contra varones y mujeres sin exepción. Ya no sabenque hacer con estos muchachos, así que los sacan y hacen un simulacro de fusilamiento Después los devuelven al sótano y la agresión sexual en orgías será el acontecimiento exclusivo. Así como los llevaron, un día los soltaron cuando comenzaban las conversaciones politica de los militares con blancos y colorados. Algunos volvieron a la militancia, otros no. Algunos hicieron después la denuncia, otros no superaron la vergüenza que no les correspondía. Algunos pudieron superar el trauma, otros no. Marisa de 15 años luchó con sus fantasmas durante años y al final desistió, se mató de un tiro.

En 1983 la dictadura da uno de los últimos zarpazos y se repite otra dramática historia de represión y torturas con jóvenes estudiantes que militaban en la clandestinidad. 11 mujeres y 14 hombres son detenidos y llevados al Departamento 4 de la DNI Policial. En esa dependencia son brutalmente torturados y luego procesados por la justicia militar por "asociación subversiva", porque para los fascistas no hay nada más subversivo que la democracia.

Los niños constituyen uno de los capítulos más trágicos del pasado reciente, muchos eran botín de guerra o integraban los partes de batalla de las Fuerzas Conjuntas.
Amaral de 3 años es secuestrado con sus padres en Argentina, fue recuperado a los 13 años, sus padres fueron fusilados en 1974 en Uruguay y sus cuerpos aparecieron junto a otros 3 uruguayos en Soca. Mariana de 18 meses es secuestrada con sus padres y apropiada. Se dió con su paradero en 1992 y la justicia restituyó su identidad. "Esta guerra no es contra los niños" le mintió Gavazzo en 1976 a Sara Méndez en el momento de secuestrarla y hacer desaparecer a Simón de 20 días, privándolo de sus padres, de su historia y de su identidad.

Muchos niños secuestrados, apropiados y nacidos en cautiverio durante las últimas dictaduras del Cono Sur fueron trasladados a países vecinos. Los autores de estos crímenes, cobijados en la impunidad, pudieron apropiarse de ellos y cambiar su identidad.

Hijos separados de sus padres y de sus hogares, hijos que fueron testigos directos del secuestro, tortura o asesinato de sus padres, jóvenes que no tuvieron oportuiidades, generaciones donde el miedo, el dolor y la angustia dejó secuelas sicológicas, emocionales y sociales permanentes.

Nuestros derechos fueron vulnerados y por lo tanto nuestro crecimiento tiene huellas que aún no se terminan de dimensionar. ¿A cuanto asciente y cómo puede ser reparada esa deuda pendiente?.

Los sucesos que padecieron éstas jóvenes generaciones es un trágico capítulo del pasado reciente. Hoy, los hombres y mujeres que siendo niños y adolescentes sufrimos las acciones directas del terrorismo de Estado, debemos aportar a la reconstrucción de la memoria que les pertenece a todos y contribuir al diálogo entre generaciones. Armar y compartir las terribles vivencias es exorcizar el miedo, el silencio, es sanar.

No podemos ser cómplices del olvido sino luchar contra él. La recuperación del pasado histórico es una pieza fundamental para el presente y futuro. Las bestias más bestias frente al despotismo y nuestra gente con inagotable reserva de resistencia y dignidad, enfrentándolos.

Por todo esto se debe ANULAR la Ley de Caducidad, inmoral e inconstitucional, y comprometernos a desarticular el mecanismo de la impunidad.

Si no podemos demostar que la impunidad no tiene más cabida en la realidad nacional, nuestro Uruguay se estará haciendo un suicidio político y social. Esto es así de simple, porque dejar en pié la teoría de la impunidad, decirle a los asesinos y verdugos que andan por nuestras calles que no serán enjiciados, es confirmarlos en su convicción de que la acción terrorista en el marco del Estado, es impune. Si no se sabe lo que pasó y quienes fueron los responsables de tanta barbarie, la justicia será burlada siempre.

MILES FUERON LOS NIÑOS, ADOLESCENTES Y JÓVENES MARCADOS CON SAÑA Y COBARDÍA POR LA REPRESIÓN. QUE LA JUVENTUD ESTÉ ALERTA, QUE NO SACRIFIQUE SU CONCIENCIA Y SU MEMORIA SOBRE EL ALTAR DE LOS INTERESES MENORES Y QUE LLEVEN EN ALTO LA BANDERA DE LA LUCHA POR LA LIBERTAD Y LA JUSTICIA.

Aporte de Marys Yic.





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