13 junio 2010

Haití aguarda por soluciones a las secuelas del sismo




Cinco meses después del terremoto que devastó está capital y las ciudades vecinas, el pueblo haitiano aguarda por una solución a los graves problemas que ocasionó el sismo y a otros que se agrandaron con él.

El movimiento telúrico dejó más de 220 mil muertos, 300 mil heridos y casi un millón y medio de damnificados, pero agravó la situación de un país sumido en la pobreza desde hace muchos años y con pocas opciones de salir adelante.

Nada bueno dejó el seísmo, pero al menos terminó por llamar la atención del mundo sobre la realidad del país caribeño, el más pobre del hemisferio occidental.

Casi medio año después, los problemas perduran y salvo algunos avances en la educación, la salud y la alimentación, el resto de las secuelas del terremoto siguen tan abiertas como en enero o febrero.

La mayoría de los niños del Departamento del Oeste regresaron a las escuelas, muchas de ellas edificaciones provisionales, de madera y zinc, en las cuales es normal encontrarse juntos alumnos de varios grados, pero finalmente no se perderá el año lectivo.

Con la salud sucede algo parecido y un porcentaje elevado de la población encuentra sitios y galenos a los cuales puede acudir para paliar las secuelas del sismo o enfrentar las enfermedades tropicales que se multiplican a medidas que arrecia la temporada de lluvias.

Colaboradores de salud de Cuba, Venezuela, de algunos otros países y organizaciones internacionales cuidan de la salud de los haitianos, aunque el abandono en que estuvieron sumidos durante décadas, a veces torna demasiado lenta la asimilación de las medidas sanitarias para evitar la proliferación de los males.

Al mismo tiempo, proyectos para la formación de técnicos y especialistas del país permiten soñar con una luz al final del túnel, pero no ocurre lo mismo en todos los frentes. Dos de los más importantes, el empleo y la vivienda, se mantienen como asignaturas pendientes para el gobierno haitiano y las organizaciones internacionales de ayuda.

Después de cinco meses, casi un millón de personas vive en tiendas de campaña de nylon o lona, insuficientes para detener el empuje de las lluvias o los vientos, a medidas que avanza una temporada de huracanes que se anuncia como muy violenta.

Haití necesita cientos de miles de viviendas, pero el inmovilismo prima en esta capital y las ciudades vecinas, por mucho las más afectadas por el seísmo, en tanto analistas creen que la llegada de un ciclón tropical puede devolver el estado de catástrofe a la nación.

Con el empleo sucede algo similar y aunque organizaciones internacionales intentan emplear en sus labores de ayuda a la mayor cantidad de personas posibles, esos trabajos no suelen ser estables, ni garantizan cubrir las necesidades.

Por último, la ayuda alimentaria no ha faltado desde enero a la fecha, pero más que entregarles un grupo de productos básicos cada mes, Haití necesita los medios para autoabastecerse, al menos, de los productos básicos.

De lo contrario, cuando termine la ayuda, la crisis volverá con más fuerza que antes.

Héctor Miranda

Fuente: PL


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