10 diciembre 2010

Humanos sin derechos, derechos inhumanos


Ilustración: Quino


Los ideales de libertad proclamados en la Revolución Francesa y la firma de la Declaración Universal de los Derechos Humanos hace 62 años continúan siendo una quimera para millones de humanos sin derechos.

Con solo pasar en imágenes los problemas más candentes en cualquier rincón del mundo resulta contradictoria la disparidad en cuanto a derechos humanos.

Es lascivamente violado el más elemental derecho a la vida, contentivo en el artículo tres del texto génesis del derecho internacional, aprobado en Naciones Unidas el 10 de diciembre de 1948, tras el fin de la Segunda Guerra Mundial.

Sus propósitos fueron garantizar un mundo de Derecho, asegurar el respeto a los seres humanos, que los Estados proporcionen las condiciones básicas para la vida de sus ciudadanos y las relaciones de igualdad y respeto entre todas las naciones del mundo.

Para nadie es un secreto que los 31 artículos han sido manipulados e interpretados según el prisma de quién, dónde y en qué contexto se analizan.

Los raseros con que se juzgan difieren, sobre todo, entre países en desarrollo y para los que amasan las grandes riquezas succionadas de la explotación de los recursos naturales de los países del Sur.

"Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros", reza el primer acápite de la Resolución.

El segundo estipula: "Toda persona tiene los derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición".

¿Cómo entender entonces las prácticas de segregación racial especialmente el apartheid en África, eliminado luego de décadas de tenaz lucha y la muerte de miles de personas?

Fue ampliamente condenado por la comunidad internacional, sin embargo algunas potencias mundiales ampararon y protegieron ese flagelo impidiendo que Naciones Unidas lograra detenerlo.

En los tiempos más recientes, las intervenciones militares de Estados Unidos y sus aliados, sin aprobación del Consejo de Seguridad de la ONU, a Yugoslavia, Iraq -en dos ocasiones- y Afganistán, dan fe del poder del gran Complejo Militar Industrial que se mueve fuera de todo argumento legal.

Las invasiones a Gaza por parte de Israel, el cerco de Tel Aviv a ese territorio palestino, el atentado de Marruecos contra el campamento de refugiados en el Sahara Occidental y el apoyo o complicidad silenciosa de las grandes potencias demuestran el cinismo de las políticas al respecto.

¿Están aseguradas las personas en el mundo por pertenecer a una u otra religión o por tener una u otra orientación sexual? ¿Las mujeres siguen o no consideradas como costillas de Adán, dependientes y subordinadas?

Muchos cuestionamientos, no alcanzan para llenar estas cuartillas.

El derecho a preservar la vida del planeta es un tema sin consensos en la reciente Cumbre de Cambio Climático en Cancún, a pesar del peligro de la muerte de la madre Tierra que nos atañe a todos.

También el bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por Estados Unidos a Cuba, condenado de manera reiterada en la Asamblea General de Naciones Unidas sin que nada haya cambiado, viola los derechos humanos de los habitantes del estado insular caribeño.

Ese órgano mira contemplativamente a unos e interviene en otros según sea su prioridad.

Más de media centuria bajo cánones legales que en lo básico se incumplen, derechos para humanos que carecen de las más elementales condiciones de supervivencia.

Tatiana Martínez Hernández
Redacción de Temas Globales de Prensa Latina

Fuente: PL


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