19 marzo 2010

EL TRAJE DEL PRESIDENTE





Por Veronika Engler

Todos sabemos que no solo los soldados rasos de nuestra patria navegan en la pobreza, la mayoría de nuestra gente lo hace, un buen porcentaje vive en la indigencia, casi todos ellos votaron a José Mujica. Desde que nuestro flamante presidente pronunció su primer discurso, está congraciándose de forma consecuente con los militares. Como presidente de todos no debería siquiera pensar en entregar una lucha que no es ni ha sido de índole personal, nos pertenece a todos. Una lucha de muchos años y mucho dolor, cuyo fin es saber la verdad y obtener justicia, no venganza.

Los esfuerzos destinados a atender la pobreza y la indigencia extrema, hasta el momento no han sido suficientes, no se destinaron los fondos ni se utilizaron las “cabezas” necesarias para que la misma disminuyera de forma significativa y real. Lo digo con conocimiento de causa porque es un hecho al que me enfrento todos los días, podría nombrarles un sinfín de casos concretos que conozco a fondo, localizados en el barrio, en el ámbito laboral y en muchas esquinas de Montevideo. Esa realidad es la violencia que impera en nuestra sociedad y la que genera más violencia, debería ser un tema en el que todos estemos comprometidos, pero hay otros temas, también de fundamental importancia que no se pueden ignorar o pasar por alto.

La lectura de las transcripciones de los discursos del presidente, conlleva a preguntarse qué implica la “unidad nacional” en el contexto de la impunidad, no creo que todos estén dispuestos a aceptar que nos cubran con un manto de olvido y mentira para alcanzar dicha unidad. Le guste o no le guste a Mujica, reniegue o no de la historia, él la vivió. Pero no con cuatro o cinco más... con gran parte del pueblo, muchos no están vivos para contarlo, unos sufrieron más, otros menos y algunos salieron ilesos. Queremos que la Justicia tenga las manos libres para indagar y juzgar aunque sabemos de sobra que eso no revive a nuestros muertos, no borra el sufrimiento ni devuelve años perdidos, pero si nos vuelve íntegros. La mentira solo acarrea dolor y genera más mentiras. Cuando ocultamos lo que pasó, estamos mintiendo, y lo que es peor, estamos encubriendo y siendo cómplices de los crímenes, los perpetuamos y dejamos su esclarecimiento pendiente, como una herencia maldita a los que vendrán, porque si de algo podemos estar seguros es que esta búsqueda no termina aquí.

La “teoría de los dos demonios”, tan erróneamente aplicada a este caso, no es válida para justificar el olvido de toda la sociedad. El 48 % de los votantes de nuestro país reclamó justicia, el resto no se manifestó, por desacuerdo, falta de información u otras razones (no había papeleta por el “No”). Ese 48% es, de cualquier manera, un número lo suficientemente significativo como para ser tenido en cuenta. También existen los compatriotas que viven en el exterior y que no pudieron llegar hasta nuestro territorio a manifestarse, esos que son uruguayos cuando los necesitamos para mejorar la economía o el prestigio de nuestro país, pero son de palo cuando tienen que opinar y decidir, criollos con voz, pero sin voto. ¿No se pregunta el presidente qué sienten las madres y familiares frente a su estrategia de política conciliatoria? O cuando se busca dejar contentas a las FFAA que obviamente son más poderosas y peligrosas que el pueblo que aún busca la verdad y ya fue pisoteado por ellas.

En algo estoy de acuerdo con el señor Mujica, hay gente a la que no le gusta lo que dice, muchos de ellos fueron considerados compañer@s no hace tanto tiempo atrás, era la época en que se pregonaban otros valores y se valoraban otras cualidades. Ojalá haya much@s compañer@s que le recuerden que gran parte de sus votantes bregan por Verdad y Justicia. Muchos somos además conscientes del bochornoso boicot que hubo de parte de algunos sectores del progresismo contra el voto rosado.

La historia no es un obstáculo, debe ayudarnos a construir, a no dejar que caigamos en los mismos errores, nos libra de caminar junto a sádicos torturadores y violadores. Crímenes por los cuales, sin cuestionamientos o dudas, se condena a cualquier otro ciudadano que no sea militar. El hecho de que esos crímenes hayan sido cometidos en nombre del Estado torna más terrible el hecho de que se exonere a los culpables de ser juzgados y castigados, debería justamente ser al revés. El mismo Mujica fue apresado, encarcelado y torturado por sus ideas y su actuar, él no tuvo chance de apelar a la justicia porque esos que hoy defiende, no lo permitieron, y lo mismo le sucedió a miles de uruguayos a lo largo y ancho del país.

Para que nuestros hijos sean mejores que nosotros, tenemos que entregarles esa verdad, tenemos que enseñarles a buscarla, tenemos que enseñarles que siempre hay un camino de justicia para recorrer. L@s jóvenes lo saben, lo vimos en la multitudinaria marcha que hubo por Verdad y Justicia, lo vimos el domingo en el festejo de los 25 años de la liberación de los últimos presos políticos, donde estaban presentes tres generaciones.

No olvidemos además, que Uruguay viola los convenios internacionales que firmó con respecto a los delitos de lesa humanidad. Eso no se nombra en los discursos, eso no importa. No importa tampoco el sufrir de l@s compañer@s, de las familias de quienes lucharon con él, no importa soltar a los asesinos, torturadores y “verdugueadores” de este pueblo, entonces ¿qué podemos esperar? Por mandato de un hombre (por más presidente y ex guerrillero que este sea), no se olvida el dolor, ni sanan las heridas. El dolor no se acaba por decreto ni lealtad política partidaria. No es juez, pero es un presidente que sabe mucho de dolor y de pérdidas, entonces debería dejar manos libres a la justicia, a los jueces, anular la ley caduca y respetar los acuerdos internacionales.

Paradójicamente, los ejemplos que nombra del mundo, demuestran que por más que se obligue al silencio, por más que se amordace al pueblo, la búsqueda por la verdad siempre escapa a la censura; es lo que pasó en España, a décadas de la guerra civil las personas sienten aún esa necesidad. Por suerte la naturaleza humana nos conduce a esa búsqueda, esto también es constatable. Sería como pedir a los Palestinos que permitan que Israel los domine, que dejen de tirar piedras y olviden el genocidio que allí se está cometiendo, que olviden a sus muertos y entreguen sus derechos y principios para buscar la “paz”... Con este criterio también debemos olvidar el holocausto, la inquisición y todas las atrocidades cometidas por los hombres en nombre de religión o política. Darle la espalda a los familiares de los desaparecidos, no buscar más niños secuestrados, convertirnos en un pueblo sin historia ni memoria, o inventar una nueva historia que pase mejor a los planes del gobierno.

Si Mujica quiere perdonar de forma personal lo que los milicos le hicieron a él, tiene todo el derecho de hacerlo, de forma pública o privada, pero no debería intentar hacerlo por los demás, no debería sentir que posee esa potestad. Si él tiene que demostrar frente a las FFAA que ya no es un peligro y que está dispuesto a ceder principios fundamentales para gobernar, entonces prefiero a los partidos tradicionales, de ellos lo esperábamos, contra eso estábamos acostumbrados a luchar y luchábamos unidos. Lo que pasa hoy es realmente doloroso y bizarro. Uno de los hombres que fue rehén de la dictadura hace causa común con el ejército, lo apadrina pasando por encima de las víctimas que padecieron su arbitrariedad e inclusive de quienes lo situaron en el sillón presidencial. ¿Será que estamos presenciando el entierro de los principios y valores de la lucha de la izquierda en nuestro país?

El camino que propone, es el que según él mismo reconoce, ya fue ensayado en este país por los partidos tradicionales, un camino que no le sirvió antes a la izquierda, ¿qué pase mágico hemos dado para encontrarnos proclamándolo hoy, cuando antes lo rechazamos con razones más que válidas?, ¿cómo se resuelve esa ecuación?

El que discrepa no es necesariamente un enemigo, dice un presidente que cada vez está más cerca de la derecha y es más aplaudido por quienes integran sus filas. Lógicamente esto conlleva a que los discrepantes seamos de izquierda, de esa izquierda que antes defendió, somos también sus protagonistas: expres@s, exexiliad@s, madres, hij@s, niet@s, familiares en general, ciudadanos conscientes y solidarios, provenimos de distintas generaciones, pero todos tenemos algo en común; por voluntad propia o ajena, nos tocó ser parte de esa historia regada con sangre hermana que hoy se quiere olvidar.

No se puede justificar el actuar de los asesinos. ¿Se acuerdan cuando en la escuela nos enseñaban una historia inventada y nos hacían repetir en época de dictadura que estábamos en democracia? Parece que vamos a seguir disfrazando la historia, contando un cuento de hadas donde “todos vivieron felices comiendo perdices”, verdugos y víctimas en un gran abrazo inventando un país de Hansel y Gretel, todo chocolate y caramelo... En esta nueva historia, Raúl Sendic es un viejo campesino y bonachón, ninguneado y casi olvidado, en esta historia la “nobleza” de unos pocos abre el camino al paraíso sin pasar por el purgatorio. Los que estuvieron en el infierno, que se embromen... no me acuerdo si esa historia fue cierta o me la contaron ellos mismos en otra época, pero hoy tengo la extraña sensación de que me durmieron con muchos cuentos.

Que manera tan curiosa de salir del dolor. “Los soldados no deben cargar con ningún fardo”, debemos aumentar sus sueldos y mejorar su calidad de vida. Cualquiera pensaría que es una recompensa (habría que ver si vamos a pagar por su docilidad o por su olvido). Soltamos o aliviamos la ya bastante cómoda cárcel de los que están presos (asesinos probados aunque Azucena Berruti diga lo contrario). A esta velocidad, el próximo paso será revisar si no le quedó a algún expreso de izquierda alguna cuentita por pagar, nunca es tarde para saldarla, a menos que sea uno de los que ya no están entre nosotros (una lista bastante larga).

Este gobierno arrancó con una fuerza demoledora e inaudita, sin tapujos, mostrando la necesidad y voluntad de compromiso con las FFAA. El discurso inicial del presidente nombra a “nuestros pobres soldados”, los saluda, los levanta, los redime, pero ni una sola mención a l@s compañer@s o al reclamo del pueblo por una Justicia que cada vez se ve más lejana.

Si José Mujica sigue por este camino que el mismo describe como dar un paso más que Tabaré, un obvio paso hacia la derecha y el razonamiento “cuasi” fascista que tanto repudiamos, si dejamos de alucinar con falsas expectativas y de buscar justificaciones a hechos injustificables, la lógica a la que nos puede conducir nuestros valores humanos y nuestra integridad, debería conllevar a que la “soledad de la Presidencia” se intensifique si no hay un cambio. Pero existe otra lógica aún más probada, y es la lógica del poder y de quienes quieren a toda costa estar cerca del mismo. Espero que muchos de los que antes pedían Justicia no “hagan la vista gorda” y se enreden en mil explicaciones de altruismo y perdón. Que no suceda como en el cuento del traje del rey, que para agradar al monarca y no quedar fuera de su círculo, o pasar a ser impopulares, vamos a gritar “viva el rey y su traje”, cuando en realidad el gobernante está paseando su desnudez ante nuestros asombrados ojos.

Qué pena tener que verlo, qué infinito dolor escuchar a uno de los nuestros proclamar este tipo de cosas, qué vergüenza siento frente a las madres que están aún más viejitas que los militares que se quiere defender, frente a los hijos que se criaron sin sus progenitores, frente a la memoria de nuestros muertos y frente a todos esos lugares que siguen vacíos y que hoy se quieren ocupar con interrogantes y mentiras, frente a nuestro pueblo. No dejemos que nos roben nuestra historia y nos hagan ver un traje que no existe.


Ya dejaste tu graffiti?