26 marzo 2010

Frente Amplio: Aquel 26 de marzo de 1971





39 años después de aquel histórico 26 de marzo de 1971, es necesario refrescar nuestras memorias. A continuación dejamos aquí un fragmento del discurso del Gral. Líber Seregni en ese primer acto del Frente Amplio.


Qué se propone el Frente Amplio

Las bases programáticas son públicas y todos las conocen. Pero quiero fijar su orientación, el espíritu que las anima. Ante todo, el punto de partida, el criterio rector, y ése no puede ser otro que el hombre uruguayo, que es el capital más precioso de que disponemos. No es secreto para nadie, no es falso patrioterismo el afirmar que el Uruguay tiene uno de los niveles culturales más altos de América. Esa es nuestra riqueza. De ese capital partimos para determinar qué es lo que debemos construir, para llevar al hombre a su mayor potencialidad, rendimiento y autorealización.

El país tiene una inmensa capacidad subutilizada, mal utilizada, desperdiciada. La primera es el hombre. ¿Cómo realizar al hombre en el cumplimiento de sus funciones sociales, para que éstas lleguen al máximo de su eficacia? Partiendo de aquí, las metas adquieren toda su importancia.

Los puntos críticos de los que tenemos que desamarrar al país, para que éste despegue con fuerza, para que crezca con vigor. Tenemos que desamarrar y cortar con el latifundio; tenemos que desamarrar y cortar con la banca privada; tenemos que desamarrar y cortar con el complejo de succión de la exportación. Estos son los aspectos principales, fáciles de visualizar, pero fortalezas que el pueblo tendrá que conquistar con luchas y sacrificios, porque hoy, o el pueblo elige su sacrificio para salvarse, o la oligarquía lo sacrifica a sus intereses. Todo esto exige temple, conciencia, responsabilidad, la mayor seriedad en las decisiones. Y para esto, el instrumento del pueblo será el gobierno, el gobierno del pueblo al servicio del pueblo, con la participación y contralor del pueblo.

No el Estado y el gobierno actual, producto de la oligarquía; no el gobierno que cierra todos los caminos y toda dinámica al desarrollo nacional, que frena la expansión industrial, expropia parasitariamente el ahorro y el esfuerzo nacionales, que dilapida el potencial humano de que disponemos. Nosotros vamos a potencializar al Estado, a usar al máximo la capacidad humana que esta ahí ahogada, porque vamos a la vez a romper los tres pilares básicos de la oligarquía, latifundio, banca particular, complejo de succión de la exportación.

Estos son los tres objetivos, que no son independientes entre sí, sino que conforman una unidad indisoluble. Sobre esa base se levantará el resto del edificio. Esa es la base de nuestra estrategia: reforma agraria, nacionalización de la banca, nacionalización del comercio exterior, y siempre partiendo del criterio rector que es el hombre uruguayo.


Reforma agraria, nacionalizar el comercio exterior

La reforma agraria: nuestro hombre de campo y nuestros recursos del campo, están mal utilizados, ahogados por el latifundio, aplastados por el minifundio. Pero nuestra realidad agraria es distinta de la de otros países. Por la forma de nuestra agropecuaria, por las características de nuestra campaña, no hay un campesinado numeroso, como en otras partes. Nuestra reforma agraria tiene que ser profundamente a la uruguaya. Para hacerla, tenemos que contar con el hombre de nuestro campo, con el trabajador rural, con los medianos y pequeños productores, que son las víctimas de la especulación bancaria, latifundista y comercializadora. Tenemos así que terminar con el éxodo rural; poner la técnica, la investigación, la Universidad, los conocimientos y los medios adecuados a su servicio para que el país incremente su producción v su productividad.

Pero, ¿qué seria una reforma agraria si el crédito no está a su servicio y si el país no controla la comercialización de los productos en el exterior? Sería una reforma agraria ilusoria.

Y, conjuntamente con la reforma agraria, ligada a ella, está la industrialización del país, la creación y solidez de fuentes de trabajo permanentes. También nuestra capacidad industrial está mal utilizada, subutilizada. Bien saben ustedes la paralización de la industria textil y la del cuero. Tenemos que exportar productos nacionales, industrializados y manufacturados. Pero para eso es necesario que controlemos también el crédito, el comercio exterior, que el Estado esté al servicio de la producción y no de la telaraña financiera... que nuestro Servicio Exterior esté al servicio activo, total de la colocación de nuestros productos agrarios o industriales. Nada de burócratas displicentes, sino de servidores públicos al servicio real del pueblo: controlados por el pueblo, responsables ante el pueblo.

Por todo eso es que tenemos que nacionalizar el comercio exterior. Ya sabemos que los grandes consorcios internacionales compran barato y nos venden caro. Para vender mejor debemos evitar que la rosca exportadora, que en gran parte es vendedora y compradora a la vez, se apropie de una porción enorme de nuestro esfuerzo productivo. Porque en los canales particulares de comercialización se evapora gran parte del trabajo nacional.

Nacionalización de la banca

Y finalmente, la banca nacionalizada. Hay que poner todos nuestros recursos financieros al servicio de la reforma agraria y la industrialización. La banca privada impide todo plan orgánico nacional; usa del ahorro para sus fines particulares de ganancia y especulación. Hoy, la banca se extranjeriza y nos extranjeriza. Nacionalizar la banca se conviene así en una cuestión fundamental.

Estas son las bases principales, son las metas racionales y necesarias para superar la crisis actual del país; van al fondo de nuestros problemas, desamarran al país de la oligarquía. Tomamos al país en nuestras propias manos; echamos las bases de una real autodeterminación nacional. Somos orientales y queremos decidir por nosotros mismos.

Autodeterminación y no intervención


Esta política interna de autodeterminación se manifiesta también en la concepción que el Frente Amplio tiene de la política internacional.

Porque lo nacional y lo internacional son dos aspectos de una sola política. De ahí que nos basemos en nuestro plan nacional de autodeterminación, de liberación nacional. Este principio de autodeterminación se conquista con la energía de cada pueblo. Esta es nuestra regla fundamental e indiscutible : el principio de autodeterminación de los pueblos. La autodeterminación significa libertad de los pueblos para crear por sí mismos, con su propia fuerza y elección, su propio destino. Cada pueblo dueño de su destino.

Esto nos lleva, en el plano internacional, a dos corolarios necesarios. El primero, es la no intervención. Es un principio defensivo ante las amenazas y presiones extranjeras; es el repudio a las intervenciones extranjeras. El principio de la no intervención debe ser una constante intangible de nuestra política internacional. Pero no basta con proclamarlo, con declararlo; exige, como única garantía, la vigilancia y la militancia popular.

Pero no basta con la no intervención. El otro corolario necesario a la autodeterminación es la activa solidaridad latinoamericana. La autodeterminación exige la ruptura de nuestras formas de dependencia: la económica, la política, la cultural, la científica. Estamos en América Latina y América entera es víctima de la misma dependencia, de los mismos poderes. Nuestra lucha es común con nuestros hermanos latinoamericanos.

También lo fue cuando Artigas, Bolívar y San Martín. Y porque aquellas luchas terminaron con el exilio de Artigas, Bolívar y San Martín, es que emprendemos ahora la segunda emancipación latinoamericana, y esto nos lleva a la solidaridad con todos los movimientos de liberación nacional que hoy se levantan en América Latina. Solidarios hoy, como fuimos solidarios ayer. Es el camino hacia la Patria Grande que soñaron nuestros próceres. No los evocamos en vano. Simplemente retomamos su política a la altura de nuestro tiempo y de nuestras necesidades.


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