11 setiembre 2010

Derechos Humanos: Quasimodo en apuros




Entre las novelas del excelso escritor Víctor Hugo, “El jorobado de Nuestra Señora de París” dejó huellas indelebles entre los humanistas de varias generaciones. Quasimodo resumió el amor, la bondad y la entrega en la defensa de la gitana Esmeralda. En su época pocos escritores alcanzaron penetrar en la hondura del sentimiento humano y descarnar hasta el tuétano las miserias y sus contradicciones entre bondad y malignidad. Entonces constituía un hallazgo desentrañar la desigualdad y la esencia del pensamiento de los desheredados y el de los opulentos.

Los gitanos (rrom) han sido perseguidos desde antes del siglo XVI; un centenar de medidas les privó de incontables derechos, incluidas las bodas o expresarse en su idioma (el caló). A la Ley instaurada en España contra Vagos y Maleantes siguió la de Peligrosidad Social y así hasta nuestros tiempos. Les son imputados todos los delitos contemporáneos, sin solución.

La gitana de Nôtre Dame vuelve a ser preterida, perseguida, discriminada y, en la cuna de la Revolución Francesa -que propugnó la Libertad, la Igualdad y la Fraternidad- se reedita la tragedia con la fuerza que impone la omnipotencia como uno de los actos más discriminatorios y xenófobos desde la Segunda Guerra Mundial. A riesgo de herir susceptibilidades, poco ha aprendido el mundo del oprobioso legado que sumió en la podredumbre a judíos, gitanos, eslavos y otras minorías no tan minoritarias.

¿Qué acontece y qué sucederá con las minorías en la Unión Europea? ¿Cuál es la vigencia de los postulados enarbolados en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, en la Carta Europea homónima, en el Tratado de Lisboa y en la Carta de las Naciones Unidas, referidos todos a la igualdad de género, raza y credo o al derecho de residencia y circulación? ¿Cómo es posible señalar los defectos de nuestro expoliado mundo subdesarrollado si aquellos que imparten lecciones son los primeros en zarandear todos los principios que supuestamente defienden?

No se trata de retórica, sino de hechos. Durante el examen periódico universal ante el Consejo de Derechos Humanos de Ginebra, Suecia fue cuestionada a causa de la persistente desigualdad que aún enfrentan los lapones; en los Balcanes la insuficiente ayuda a la minoría gitana es incapaz de vencer los lastres socioeconómicos que la obliga a emigrar constantemente hacia la Europa más desarrollada; periodistas checos que trasmitían programas en romaní solicitaron asilo en Canadá, debido a las amenazas recibidas por motivos raciales y a los constantes registros policiales; en Eslovaquia el ministro del Interior, Robert Kalinak fue conminado a renunciar debido a las acusaciones de racismo contra la policía, tras la aparición de un video en que varios agentes obligaban a niños gitanos detenidos en una comisaría a realizar actos indecorosos y miembros de una comunidad romaní compararon los desmanes sufridos en los últimos tiempos con las torturas infligidas en Abu Ghraib.

La situación empeora en los países más desarrollados de la Unión Europea: Alemania no logra desprenderse del estigma antijudío, antiturco ni antislámico; el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) dictó en diciembre de 2009 sentencia favorable a María Luisa Muñoz, que validó sus derechos al matrimonio gitano –excluido de la Constitución- y a la pensión por viudez – Sólo desde la adopción de la carta magna española en 1978, se les considera ciudadanos de ese país. En enero del presente año el Congreso español propuso pedir perdón al pueblo gitano por la discriminación y el maltrato histórico, durante casi 500 años de exclusión. Pero persisten la agresión y la impotencia para competir en el mercado laboral, al ser los gitanos los más iletrados e ineptos, bajo las peores condiciones habitacionales de todas las etnias.

Un bienio atrás en Italia se adoptó una primera medida para separar a los niños gitanos en los ómnibus (recordaba el apartheid surafricano, el Ku Kux Klan estadounidense, los vagones transportadores de prisioneros hacia los campos de concentración nazis y los actuales centros estadounidenses de detención antiterrorista, donde priman los “sospechosos” de origen árabe). Prosiguieron la toma obligatoria de huellas dactilares, la clasificación genética y el internamiento de gitanos, al estilo de las “reservaciones” del Oeste. El relato de un gitano sobreviviente del campo de concentración de Dachau, emigrado a Italia, comparaba con horror la noche en que los carabinieri atacaron su campamento, con el de su apresamiento por las tropas SS, varios decenios antes. Se escucharon muchas voces de ¡NO al perfil étnico! y de “huellas dactilares como vergüenza política del acoso”. Las medidas han seguido su curso.

La tragedia gitana se expande paralela a su vida errante –que no sería cuestionable si realmente se respetasen los derechos minoritarios- a lo que se añade su no integración a las sociedades donde habitan, tanto debido al apego a sus costumbres, como por la carencia de oportunidades para equipararse con el resto de la población menos favorecida. El holocausto judío finalizó con una patria exigida y construida por las grandes potencias. En cambio el exterminio gitano de 1,5 millones de seres humanos podría reeditarse en cualquier momento, sin una solución plausible ni justa.

La nueva ley francesa (aprobada según la actual práctica de democracia e igualdad) constituye un instrumento para la persecución y expulsión de los gitanos. Sirven de pretexto para su implementación “el comportamiento de nómadas y gitanos”, las escaladas de violencia –con el saldo de un romaní ejecutado por la policía-, la muerte “accidental” en Loire et Cher de un joven conductor baleado por la gendarmerie; la cruzada antiterrorista que define a inmigrantes y minorías como potenciales delincuentes y la decisión irrevocable de expulsar a todos los gitanos ubicados en campamentos ubicados, ante el galopante desempleo en la UE. La suerte está echada, una vez más.

El preocupante escenario incidiría sobre las relaciones entre Francia y Rumania (principal afectada) debido a la devolución de los gitanos. También deprimiría circunstancialmente el diálogo con Bulgaria y otros Estados comunitarios con mayor población romaní. Ya se producen comentarios oficiales y sectoriales que denominan la decisión como “racismo a la francesa”.

Algunas instituciones europeas se pronuncian tímidamente por mitigar las acciones adoptadas contra los gitanos. Por ejemplo, a raíz de la disposición italiana, la fracción de la Izquierda del Parlamento Europeo la calificó como “ acto discriminatorio basado en raza y origen étnico”, lo que fue refutado por el ministro de Relaciones Exteriores, Franco Frattini como “voto prejucioso y político respecto a Italia y los gitanos”.

El 6 de agosto del pasado año el Espacio europeo contra el Racismo (ENAR) presentó en Bruselas a Justicia y Asuntos de Interior un informe donde expresaba su preocupación por la proliferación de ataques racistas, que costó la vida a una niña gitana en Hungría. El 20 de octubre , la Agencia de Derechos Fundamentales de la UE, con sede en Viena , consideraba que “los gitanos y las comunidades nómadas son discriminados en la UE a la hora de acceder a las viviendas sociales y de régimen abierto, lo que refuerza la discriminación del colectivo y dificulta su integración al sistema educativo y al mercado de trabajo”.

Este mes la Comisión de la UE ha convocado a un evento en Rumania el próximo 12 de octubre, que intentaría proveer fondos operacionales para la integración de los romaníes. Las críticas provenientes de diversos partidos políticos representados en el Parlamento Europeo han sido rechazadas por el titular francés de Inmigración, Eric Besson, quien de visita en Bucarest para limar asperezas con el gobierno rumano reiteró que “está descartado que Francia suspenda las reconducciones a los países de origen, sean rumanos, búlgaros u otros ciudadanos”. Igualmente añadió que “su país aplicaba escrupulosamente el derecho europeo, la ley republicana francesa y las decisiones judiciales" acusando a los críticos en su país y a sus socios europeos de impulsar “una enorme burbuja de hipocresía, porque se culpa a París de un problema que no se ha tratado durante diez años y en el que hemos sido los primeros en decir”. Huelgan los comentarios”.

Parafraseando a los clásicos del marxismo “un fantasma recorre a Europa: el fantasma de la exclusión religiosa y étnica”. ¿Cómo detenerlo y desintegrarlo? Desafortunadamente, la asignatura pendiente en la Unión Europea sobre la igualdad es un asunto que no parece tener una respuesta justa ni inmediata. Tal vez, habría que pedir al espíritu de Quasimodo que defienda nuevamente a su gitana y a todas para que no perezcan entre las llamas racistas.

Leyla Carrillo Ramírez

La Habana, 10 de septiembre de 2010
“Año del 52 aniversario”


Centro de Estudios Europeos

Fuente: Rebelión


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