23 enero 2011

Vigencia de Perico Pérez Aguirre




Luis Pérez Aguirre fue --y sigue siéndolo-- una de esas figuras que concitan la admiración y el cariño unánimes de los uruguayos. Puede decirse que es un referente ineludible para todos aquellos que nos conmovemos y nos rebelamos frente a la injusticia; pero Perico predicó con el ejemplo, llevando a la práctica su compromiso con los postergados.

El martes 25, se cumplen diez años de su muerte, ocurrida en el balneario Costa Azul en 2001. Con tal motivo, la Red de Amigos de Luis Pérez Aguirre ha organizado dos homenajes, uno en los alrededores del Obelisco a las 10.30, y otro a las 20.00, en la plaza de Costa Azul, de lo cual ya hemos informado.

Perico fue una figura excepcional, uno de los imprescindibles según la categorización de Bertold Brecht. Un luchador incansable con un compromiso ético definitivo para con los menos privilegiados. Un hombre que dio siempre lo mejor de sí para las causas más nobles, con un espíritu de sacrificio y un coraje admirables.

Recordemos que en plena dictadura y en los momentos de mayor represión (1975), se dio a la tarea de poner en práctica un proyecto de creación de un hogar-granja --La Huella-- para rescatar a "los niños abandonados por considerar que son los más indefensos de los indefensos", según sus propias palabras. Se creó, entonces, una comunidad basada en valores diferentes a los del modelo económico dominante entonces, con el propósito de "mostrar que se puede vivir en una opción que prescinde de la propiedad privada, estableciéndose el mecanismo económico de propiedad comunitaria".

Decía Perico: "No les podíamos decir a los niños en la calle que tenían que esperar a que cambiaran las estructuras. Era una eterna discusión de la izquierda: o cambiar primero las estructuras para que cambie el hombre, o cambiar primero el corazón del hombre para que cambien las estructuras. Nosotros decíamos: ni una cosa ni la otra; las dos a la vez".

Como puede apreciarse, esta sencilla reflexión tiene una particular vigencia hoy, cuando entramos en el segundo decenio del siglo XXI, y el segundo gobierno del Frente Amplio profundiza las políticas sociales implementadas durante el primero. En ese sentido, vale la pena resaltar que el proyecto de La Huella evitaba caer en el clásico asistencialismo: "llenarse de niños y olvidarse de todo lo demás". Pensaba Perico que eso significaba hacerle el juego al sistema, porque "los regímenes autoritarios de entonces veían con muy buenos ojos las obras de caridad ya que evitaban destinar recursos a acciones sociales y distraían la atención de los problemas clave". Pero al mismo tiempo, "tampoco queríamos entramparnos en la pura militancia política. Muchos de los jóvenes de los grupos con los que yo trabajaba estaban en una posición muy radical y creían que había que postergar la solución de los problemas inmediatos para después".

También es preciso recordar toda la lucha de Perico a favor de los derechos humanos y contra los atropellos de la dictadura, su compromiso con los familiares de los desaparecidos, sus viajes al exterior para denunciar la sevicia, el ayuno de 1983 junto a otros religiosos, sus artículos en la revista La Plaza.

Y finalmente, destaquemos su inquebrantable compromiso con la ética en todas las actividades humanas, y fundamentalmente, en el quehacer político.

Como pocos, Perico vivió y actuó en un todo de acuerdo con los principios e ideales del más auténtico cristianismo.

Fuente: La República


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