14 agosto 2008

LiberArce ¡Liberarse!






El 14 de agosto de 1968, la predictadura pachequista cobraba su primera víctima.

Líber Arce, un estudiante universitario de 28 años militante de la UJC, moría como consecuencia de las heridas recibidas por balas policiales en los alrededores de la Facultad de Veterinaria, donde dos días antes había tenido lugar una movilización estudiantil contra la escalada represiva del gobierno; el hecho ocurrió en la calle General Prim, hoy llamada Líber Arce en homenaje al primer mártir estudiantil.

El presidente Jorge Pacheco Areco --un oscuro ex diputado colorado con antecedentes de boxeador, que ocupó la primera magistratura merced al síncope cardíaco que causó la muerte del general Gestido-- estrenó su gobierno, en diciembre de 1967, con un preanuncio de lo que sería su gestión al frente del Ejecutivo: por un decreto de fecha 12 de diciembre clausuró el matutino Epoca y el semanario socialista El Sol, y declaró disueltos e ilegales al Partido Socialista, la Federación Anarquista Uruguaya, el Movimiento Revolucionario Oriental, el Movimiento de Acción Popular Uruguayo y el Movimiento de Izquierda Revolucionaria.

En junio del año siguiente (1968) el gobierno --que ya había exhibido su carácter autoritario-- decretó medidas prontas de seguridad, régimen excepcional que fue sin embargo la constante de su accionar. Al amparo de esa disposición constitucional, Pacheco Areco impulsó su programa económico que tendía a beneficiar a las clases dominantes (su gabinete se integró con hombres representativos de la banca, del gran comercio, de la industria y del sector agroexportador) en perjuicio de los asalariados. En previsión de la resistencia que esa política económica generaría, fue que se implantaron las medidas de seguridad de modo de permitir al gobierno desatar una represión sin precedentes contra el movimiento popular. Fue también entonces que la censura a la prensa y la clausura de diarios empezaron a ser moneda corriente.

Esa represión fue particularmente dura contra los dos focos emblemáticos de la resistencia: las organizaciones estudiantiles (FEUU y FES) y la CNT que, bajo la consigna clásica de "obreros y estudiantes, unidos y adelante", enfrentaban con coraje los desbordes autoritarios del gobierno. Porque además de decretarse la congelación de salarios, se atacaba el fuero sindical, se militarizaba a bancarios y funcionarios, al tiempo que la Universidad era ahogada económicamente y su autonomía, amenazada.

En ese contexto la respuesta del gobierno a los reclamos consistía en la presencia ominosa de cuerpos policiales que reprimían la rebeldía con ferocidad creciente: sablazos, gases y cachiporras eran el único lenguaje del gobierno.

El único lenguaje hasta que las fuerzas represivas incorporaron armas de fuego, con lo que se inició la orgía de sangre y el terrorismo de Estado que habría de durar hasta mediados de los ochenta. Después de Líber Arce, al mes siguiente vendrían los asesinatos de Hugo de los Santos y Susana Pintos; y en los años subsiguientes, los de Heber Nieto, Julio Spósito, Joaquín Klüver y otros.

El entierro de Líber Arce se convirtió en un plebiscito contra el gobierno. Desde el edificio central de la Universidad --donde había sido velado-- partió una multitud calculada en 200 mil personas que acompañó el cortejo acongojada pero firme y valiente en aquella tarde gris en que Uruguay había sido sacudido por el hecho --inédito hasta entonces-- de la muerte de un estudiante en la calle.

Fuente: La República (14/08/2004)



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