23 enero 2009

La colega Rosa





P. A. Fonseca
La Habana


Si no fuera por la colega Rosa, a Runge, así sin apellido, nunca se le hubiera nombrado. Era un simple soldado que en 1919, específicamente el día 15, recibió la orden de descargar la culata de su fusil sobre al menos dos alemanes. Primero fue contra Karl Liebknecht, luego a la camarada Rosa, de apellido Luxemburg, Luksemburg o el españolizado Luxemburgo. También se le conoció —y conoce— como Rosa, la roja.

Un joven germano de solo 21 años, Bertolt Brecht, a raíz de la muerte de la luchadora escribió:

"La Rosa roja ahora también ha desaparecido.
Dónde se encuentra es desconocido.
Porque ella a los pobres la verdad ha dicho
Los ricos del mundo la han extinguido."


Porque luego de golpearla salvajemente en la cabeza y casi matarla, le dieron un tiro de gracia antes de arrojarla al canal. Solo el 31 de mayo, cuatro meses y medio después de asesinada, fue hallado cercano a una esclusa un cuerpo de una mujer, totalmente irreconocible pero que usaba los guantes, parte del vestido y un pendiente que Rosa llevaba puestos el día de su asesinato.

Enterrada el 13 de junio de aquel año, solo hace nueve, sin embargo, que luego de numerosas investigaciones, oficialmente se acepta como un asesinato por parte de las tropas de asalto, con órdenes y financiamiento de los gobernantes socialdemócratas de aquel nefasto 1919 cuando terminaron de ahogar en sangre a la Revolución alemana. No tenía 48 años cuando murió, aunque por los años en la cárcel, la mala alimentación y en general su agitada vida, representaba mucho más.

Nacida en Zamosc, Polonia en 1870 ó 1871, existen diferencias de criterio, tuvo un hogar culto en una familia de origen judío. Ya en 1886 cuando estudiaba en un instituto femenino (Gymnasium) aparece vinculada al Proletariat, Partido polaco de izquierda.

Compulsada porque sería detenida por sus actividades conspirativas, en 1889 tuvo que huir a Suiza. En la universidad de Zurich estudió filosofía, historia, política, economía y matemáticas de forma simultánea y fue compañera de clases de Anatoli Lunacharsky y Leo Jogiches.

Acogida a la ciudadanía alemana, por un matrimonio con Gustav Lübeck, la ya periodista Rosa se incorporó al Partido Socialdemócrata de ese país pero pronto entró en contradicción: cuando a instancias de Bismarck la organización fue oficializada, los congresistas se centraron en obtener ventajas parlamentarias y en el enriquecimiento personal.

Con Leo Logiches y Julián Marchlewski, en 1893, Rosa fundó el periódico La causa de los trabajadores (Sprawa Robotnicza), que se enfrentaba al nacionalismo del Partido Socialista Polaco. Para ella la independencia de su patria dependía de que la revolución triunfara en Alemania, Austria y Rusia.

Con el folleto ¿Reforma Social o Revolución? en 1899 se enfrentó al revisionismo de Eduard Bernstein. Sus opiniones sobre los problemas económicos y sociales aparecieron desde 1900 en periódicos de toda Europa. Además de su labor en los medios de prensa enseñó marxismo y economía en el centro de formación del Partido Socialdemócrata Alemán. Luchó contra la participación en la guerra que se avecinaba, y para ello entre múltiples tareas, organizó varias manifestaciones, por ejemplo la importantísima de Francfort.

En sus textos y discursos llamaba a la objeción de conciencia en el servicio militar y a no obedecer las órdenes. Tal actitud hizo que la acusaran de llamar a la desobediencia contra la ley y el orden de las autoridades. Fue sentenciada a un año de cárcel.

Al lado de Liebknecht, Clara Zetkin y Franz Mehring fundó el grupo Internacional, germen de la Liga Espartaquista, nacida el 1ro de enero de 1916. Los tres luchadores escribieron numerosos panfletos ilegales firmados como Espartaco.

Su famosa frase "Freiheit ist immer die Freiheit des Andersdenkenden" (La libertad siempre ha sido y es la libertad para aquellos que piensen diferente) nació en ese bregar en el que escribió decenas de artículos, muchos con seudónimos. Luego de otro período carcelario, junto a Liebknecht iniciaron la reorganización de la Liga Espartaquista y fundaron el periódico La Bandera Roja. Inmediatamente, en uno de sus textos Rosa reclamó la amnistía para todos los prisioneros políticos. Por la iniciativa de estos dos gladiadores que lograron unir la Liga Espartaquista a otros grupos socialistas, se fundó el Partido Comunista de Alemania (KPD) el 1ro de enero de 1919, pocos días antes de su muerte.

Si Rosa Luxemburgo se enfrentó al revisionismo de los primeros años del siglo XX, en su amplio trabajo teórico —no suficientemente estudiado— existen discrepancias con Vladimir Ilich Lenin y el propio Marx.

Lenin, quien pudo hacerlo por estar vivo, reconoció sin embargo la valía de la luchadora germana y distinguió aportes en sus puntos de vista.

“El dominio mundial del imperialismo es una necesidad histórica, que la internacional proletaria lo derribe también lo es”, afirmó Rosa en La crisis de la socialdemocracia alemana. Y atraídos por ese pensamiento desde 1996 cada segundo sábado de enero se celebra en Berlín la Conferencia-Internacional-Rosa-Luxemburgo. Auspiciado por el periódico-diario marxista Junge Welt, que se difunde en todo el espacio germano-parlante y que no depende de ningún partido político. Este año el encuentro fue el día 10.

Como en otras oportunidades, se congregaron en Berlín más de mil personas de diferente procedencia y edad que debatieron acerca de la obra de Rosa y sobre “teoría y política, historia y presente de movimientos antimperialistas y perspectivas de cambios sociales.”

Al día siguiente, una gran marcha por todo Berlín recordaba a Rosa y a Liebknecht. Un mediocre soldado pudo romperles el cráneo a culatazos hace 90 años, pero aquel asesino no pudo desbaratar las ideas que los hicieron grandes y útiles, para los hombres y mujeres de entonces, de hoy y de mañana.

Fuente: La Jiribilla






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