Señor Presidente de la República Oriental del Uruguay,
Dr. Tabaré Vázquez:
Como Ud bien sabe, el Parlamento uruguayo aprobó el proyecto de Ley de Salud Sexual y Reproductiva. A este hecho histórico para la sociedad uruguaya, lo preceden largos años de lucha y debates, que permitieron ir creando una conciencia colectiva en torno a este tema, hasta llegar a esta conquista de hoy.
Me hubiera sentido orgullosa si Ud, como presidente electo democráticamente, se hubiera manifestado en el sentido de respetar la opinión de la mayoría de los ciudadanos, a los que representa. Lamentablemente, según lo manifestó en numerosas ocasiones, ha decidido anteponer sus creencias religiosas y su profesión, a la decisión soberana de su pueblo y lo ha amenazado con su veto.
Como médico no desconoce que hasta el día de hoy y a pesar de la penalización, se llevan a cabo en Uruguay abortos clandestinos realizados en condiciones de riesgo, que han costado la vida a demasiadas mujeres y que en otros casos han dejado secuelas irreversibles. Seguramente, al igual que la mayoría de la población, sabe Ud. bien que algunos colegas suyos se dedican a esta práctica clandestina, con el único fin de engordar sus arcas y que en la gran mayoría de los casos (si no en todos), no son perseguidos ni condenados por la justicia. Tampoco debe desconocer que aquellas mujeres que cuentan con una posición económica acomodada, tienen acceso a esta práctica en clínicas más seguras. Por lo tanto, la ley vigente es también, desde este punto de vista, discriminatoria; en cambio, el Proyecto de Ley que el Parlamento acaba de aprobar, reconoce a todas las mujeres, sin distinción de clases sociales, el derecho a decidir en forma responsable sobre su cuerpo y su maternidad.
Como médico y como hombre tampoco desconoce que en la concepción intervienen dos partes. Históricamente se ha condenado, perseguido y penalizado a las mujeres que, por distintas circunstancias, han tomado la decisión de abortar. Nunca escuché por parte de quienes ”defienden la vida”, condenar, perseguir y mucho menos penalizar a los hombres que eluden la responsabilidad que les toca y toman la decisión de deslindarse de la misma, respaldados por la hipocresía de la cultura machista.
Como hombre son muy respetables sus creencias religiosas, pero descarto que es Ud. consciente que el Estado uruguayo es laico y así lo proclama su Carta Magna. Teniendo esto presente y siendo el Presidente de todo/as lo/as uruguayo/as, es de esperar que no se deje presionar por las amenazas desesperadas, hipócritas y anacrónicas de Monseñor Nicolás Cotugno y demás jerarquías eclesiásticas. En realidad, la Justicia debería castigarlos por proferir amenazas a los legisladores nacionales.
Cuenta Ud. con 10 días para reflexionar antes de confirmar o modificar su posición. Espero, al igual que la mayoría de la ciudadanía, que respete este Proyecto de Ley aprobado, a pesar de las amenazas, responsable y democráticamente por nuestro Parlamento.
La promulgación de la Ley de Salud Sexual y Reproductiva, nos pondría una vez más como ejemplo de democracia en el mundo, constituiría un hecho histórico no sólo para Uruguay, sino también para toda América Latina y nos permitiría seguir avanzando en materia de justicia social.
De promulgarse esta ley tan esperada y por la que tanto hemos luchado, será Ud. recordado entre otras cosas, como el Presidente de la República Oriental del Uruguay que, a pesar de sus convicciones personales, tuvo la grandeza de respetar la decisión mayoritaria y soberana de su pueblo.
Atentamente,
Silvia Luvizio
CC: BAB 40032
1 graffiti:
Estoy totalmente de acuerdo con el artículo.
Como médico es incomprensible su posición, pero como Presidente que no respete la decisión del Parlamento ni de las mayorías es inaceptable.
Gloria
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