17 junio 2008

Homenaje a Pablo Estramín en el Palacio Legislativo




Hoy a la hora 13.30 en la Cámara de Representantes del Poder Legislativo se realizará un acto en homenaje al cantautor Pablo Estramín con motivo de conmemorarse el primer aniversario de su desaparición física.


Querido, admirado y respetado por multitudes, Estramín ha sido uno de esos seres humanos entrañables, de los que su producción artística ha quedado indisolublemente ligada a su modo de ser.


Una personalidad sin dobleces aquilatada en alegrías y dolores, en decepciones y logros, ha sido su mayor carta de triunfo en su tránsito por la vida. A la calidad artística sumó entonces una coherencia humana sin dobleces. Eso, vaya logro, es la mayor recompensa que cualquier artista puede cosechar.


Este cantautor montevideano ­como ya anotamos en otra oportunidad­ se ha erigido en un ineludible puente de unión entre dos generaciones de músicos y todos sus fonogramas tienen una notable difusión y arraigo popular.


A principios de los años ochenta, como un cronista fiel y comprometido, Estramín comenzó interpretando y componiendo canciones donde prevalecía la raíz folclórica-telúrica, canciones comprometidas con el amor, los trabajadores, las injusticias y la lucha contra los regímenes políticos autoritarios. Considerado uno de los cantores populares más importantes de nuestro país, durante años se ha presentado ante el público, con distintas formaciones instrumentales.


Con 47 daños de edad (nació el 30 de setiembre de 1959), Estramín era alguien que aún tenía mucho por decir. Sus trabajos discográficos son ineludibles, un muestrario imprescindible a la hora de elaborar una síntesis del cancionero popular uruguayo.


Vale hoy recordar algunas palabras suyas, esas que han definido su tránsito por la vida: "No puedo ser indiferente a lo que le está pasando a la gente, a mi entorno, a mí y a toda la sociedad. Yo creo en el canto con compromiso, no me voy a transformar en un cantor panfletario porque nunca lo fui, pero tampoco voy a hacer una propuesta indiferente a lo que está sucediendo. Voy a buscar una manera de generar esperanza desde la desesperanza. Las cosas mejoran en la medida en que cada uno desde su rol asume responsabilidades. La realidad no la cambia ni las canciones ni los cantores, pero yo tengo la necesidad de no ser indiferente".


A diferencia de otros integrantes de aquel fermental movimiento musical que tuvo sus picos más altos entre 1980 y 1988, la popularidad de Estramín no disminuyó, sino que se acrecentó con el paso de los años, sobre todo, a través de un intenso trabajo en el interior de nuestro país, sumando para sí los galardones más importantes que otorga el tradicional circuito de festivales (Charrúa de Oro, en Durazno y La Guitarra Olimareña en Treinta y Tres) por citar dos casos.


En consecuencia, el resultado de su carrera es también la síntesis del trabajo duro y de una postura absolutamente profesional y comprometida con sus textos.


Estramín se situó en el respeto y los afectos de la gente no solo por su arte, sino también por su forma de plantarse en la vida.


Fuente: La República






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