DECLARACIÓN
¿URUGUAY SERÁ CABEZA DE PLAYA DE ESTADOS UNIDOS EN SUDAMÉRICA Y EN EL ATLÁNTICO SUR?
El año pasado manifestábamos nuestra preocupación de que el gobierno de Uruguay avanza en las acciones que naturalizan, ante la población, la presencia militar de Estados Unidos en territorio uruguayo. Comenzó por la instalación de una policlínica, en 2007, en el marco del contrainsurgente Project Hope. En 2010 la instalación de un Centro Comunitario. En febrero de 2011 ya se trataba de ejercicios militares conjuntos del Escuadrón Aéreo N 5 Helicópteros de la Fuerza Aérea Uruguaya con el Escuadrón 902 de Rescate de la Fuerza Aérea “Americana” en La Carolina, a orillas del Río Negro en el Departamento de Durazno.
En estos días nos enteramos con estupor y vergüenza que, a iniciativa del Poder Ejecutivo, ambas cámaras del Parlamento aprobaron, culminando el proceso legislativo en el Senado el 9 de mayo de 2012, el siguiente texto:
“Se autoriza el ingreso al territorio nacional de efectivos y material de la Armada de los Estados Unidos de América, consistente en un Equipo de Entrenamiento Móvil (Military Training Team - MTT) (Fuerzas Especiales-SEAL), a fin de instruir a Personal de la Armada Nacional (Cuerpo de Fusileros Navales), en Contra Interferencia Ilícita de Buques (CIIB), entre el 15 de mayo y el 15 de junio de 2012, integrado por 15 (quince) Personal Superior y Subalterno y el material correspondiente son 12 (doce) Carabinas M4-A1 calibre 5,56x45, 12 (doce) Pistolas Sig Sauer P22”.
No se trata de un simple curso de capacitación a los marinos para proteger los mares territoriales contra actividades ilícitas, sino de legalizar la operación en territorio nacional de la principal Fuerza Especial de la US Navy para la intervención de Estados Unidos en varias partes del mundo.
A partir de información pública disponible, El País Digital (10-05-12) exalta que “los SEALs son encargados de ejecutar las misiones más peligrosas de los Estados Unidos en el exterior” y que han ganado “reconocimiento por exitosas intervenciones en operaciones de acción directa y de reconocimiento especial, guerra no convencional, defensa interna en el extranjero, rescate de rehenes, contraterrorismo y otras misiones. Desde 1962 han participado en operaciones especiales en Vietnam, Nicaragua, Iraq, Irán, Granada, Panamá, Afganistán y Somalia, entre otros muchos países. Pero su último gran éxito fue el "Operativo Lanza de Neptuno" o "Gerónimo", por la que el 1º de mayo de 2011 y en tan solo 40 minutos fue ultimado Osama Bin Laden, líder de Al-Qaeda…..”
Lo que El País no dice, y que está en la información pública disponible, es que aunque realizan acciones marítimas y aéreas, las SEALs han sido utilizadas principalmente en operaciones terrestres. Que trabajan conjuntamente con la altamente secreta División de Actividades Especiales (SAD) de la CIA, y que el Grupo de Operaciones Especiales (SOG) de esta última -grupo de élite para acciones encubiertas- recluta sus miembros de las SEALs, lo que ocurre hasta el presente.
Las tareas de las SEALs públicamente referidas hablan por sí solas: las acciones de “reconocimiento” (Special Reconnaisance) se llevan a cabo en costas, litorales y áreas marítimas para establecer cabezas de playa (beachheads) para asaltos en tierra; la “acción directa” (Direct action) se despliega en “ambientes políticos hostiles para destruir, capturar, dinamitar o dañar objetivos”; la “defensa interna en el extranjero” (Foreign Internal Defense) consiste en “combatir insurgencias o amenazas de insurgencia en un Estado extranjero, denominado Nación Huésped”; la “guerra no convencional” (Unconventional War) incluye todas las formas “pacíficas” y “violentas” de contrainsurgencia.
Tampoco se dice que las primeras acciones de las SEALs fueron contra Cuba en 1961, seguidas por la invasión en Playa Girón. Su siniestro historial, en efecto, incluye las “exitosas” operaciones en Vietnam del Sur desde 1962, contra Laos y Camboya desde 1963, en la guerra Irak-Irán desde 1980, en la invasión a Granada en 1983, contra el gobierno sandinista en Nicaragua en los ochenta, en la invasión a Panamá en 1989, en la intervención en Somalia en 1993, en la invasión a Afganistán en 2001 y en la invasión a Irak en 2003, además de la intervención en Pakistán en 2011 para el asesinato (sin cadáver) de Bin Laden.
¿Acaso puede pensarse que la presencia de las SEALs en Uruguay puede tener como propósito sólo entrenar y capacitar a la Marina para que ésta proteja soberanamente las aguas territoriales uruguayas? ¿Qué significa que entrene precisamente a los Fusileros Navales, fuerza tristemente célebre por su despiadada crueldad en la tortura contra militantes políticos y sindicales?
Este no es un asunto aislado de la reforzada ofensiva militarista de Estados Unidos en América Latina, con la instalación de bases militares en Colombia, Panamá, Aruba, Curazao, Guantánamo, Paraguay, Perú y últimamente en el Chaco argentino y en Chile cerca de Valparaíso; con la comprobada participación de Estados Unidos en el golpe de Estado en Venezuela en 2002 –afortunadamente fallido por la resistencia del pueblo venezolano- y en el golpe de Estado en Honduras en 2009; en el bombardeo a Sucumbíos en Ecuador en 2008; las acciones intervencionistas en México en el marco de la Iniciativa Mérida; la ocupación en Haití en 2004 y en 2010, así como las acciones conspirativas contra los gobiernos de Bolivia y Ecuador, entre otras.
Es altamente sorprendente que el proyecto de ley enviado por el Ejecutivo al Parlamento señale que “la primera instrucción sobre CIIB fue recibida de las Fuerzas Especiales de la Armada de los Estados Unidos de América a principios de la década de los noventa”, y que sea un gobierno del Frente Amplio el que busque “actualizar” esa relación. Más, todavía, cuando el Programa de Gobierno aprobado por el V Congreso Extraordinario Compañero Zelmar Michelini del Frente Amplio (diciembre de 2008) mandató enfáticamente que “no participaremos en actividades convocadas por el Comando Sur u otras agencias y organismos de EEUU. Cabe asimismo reafirmar el rechazo a la presencia de la IV Flota de los EEUU en las aguas de Nuestra América”.
La creciente confraternización y convenios de las fuerzas armadas uruguayas con su contraparte norteamericana no pueden ser justificados por razón de formación bélica alguna, máxime para un país que se presume soberano y que sólo puede apostar a la paz para su propia existencia. La grandeza de un país y la respetabilidad de su Estado no se miden en kilómetros cuadrados.
Legalizar la actividad en Uruguay de las fuerzas de élite intervencionistas de Estados Unidos que han provocado la muerte y el sufrimiento de millones de seres humanos, muchos de ellos en América Latina y el Caribe, es una afrenta a esos pueblos y enloda la historia de digna solidaridad de los uruguayos con todos ellos. Establece una señal de permisividad a la reinstalación en el país de la terrible Doctrina de Seguridad Nacional dirigida contra un supuesto “enemigo interno”. Y además hace perder credibilidad a la política exterior del gobierno con sus positivas posturas a favor de la no intervención y el respeto a la soberanía de los pueblos.
Honrando la memoria viva y las enseñanzas del General Víctor Licandro, que siempre se opuso al sometimiento del país a los dictados imperialistas, expresamos nuestro categórico rechazo a que Uruguay se preste a ser cabeza de playa de la intervención norteamericana en Sudamérica y en el Atlántico Sur.
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