13 junio 2005

IV CONGRESO INTERNACIONAL CULTURA Y DESARROLLO - Resumen final de Relatoría - La Habana, 2005



Bajo la convocatoria PENSAR EL MUNDO DESDE LA CULTURA. POR LA PAZ, LA VERDAD Y LA EMANCIPACIÓN HUMANA sesionó del 6 al 9 de junio del 2005, en La Habana, Cuba, el IV Congreso Internacional Cultura y Desarrollo, con la participación de más de 700 intelectuales, artistas, gestores, promotores culturales, investigadores, profesores y otros especialistas, de los cuales 502 llegaron desde 40 países, para compartir junto a los cubanos, experiencias, ideas, propuestas y sueños.

Con su presencia en este Encuentro, esos hombres y mujeres comprometidos con la cultura, ratificaron la disposición de defender y difundir los principios de la cultura verdadera, propia, universal y diversa, contra el mundo homogéneo que tratan de imponer el imperio y sus aliados, donde un modelo cultural y pensamiento únicos, junto al poder de los medios de difusión, intentan suplantar lo más legítimo de nuestra creación artística, por un mensaje alienado y banal, cargado de frivolidad, mediante la manipulación de ideas y conciencias.

En el Encuentro se escucharon los mensajes de representantes de los organismos internacionales como la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, UNESCO, la Organización de Estados Iberoamericanos, OEI , el Convenio Andrés Bello , la UNICEF, el SELA y el Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe, CERLALC , y de otras organizaciones participantes.

Las intervenciones, desde diferentes puntos de vista, giraron, en lo esencial, en torno a la necesidad de la cooperación internacional con amplio sentido del respeto y de la tolerancia en beneficio de los pueblos y con el fin de preservar y promover la diversidad cultural; a la importancia de la cultura para enfrentar las injusticias y desigualdades de hoy; a la defensa de las identidades culturales locales, nacionales y regionales; al respeto imprescindible a los derechos de las minorías, de los excluidos, de los marginados, de los pueblos indígenas y de los afrodescendientes y originarios; y a la relación dinámica entre la cultura y el desarrollo.

Se proclamó el concepto de que la cultura es en sí misma la paz, lo que entraña un gran desafío para todos. Se denunció la mercantilización y privatización de la mayor parte de la producción cultural que la convierte en instrumento manipulador de ideas. La necesidad de que los Estados creen condiciones para la formación y desarrollo de artistas, promotores y gestores, en la que algunos países ya poseen una experiencia considerable, según pudo constatarse en el Congreso; condiciones que también permitan la sobrevivencia de expresiones culturales autóctonas para defender la diversidad cultural.

Los participantes en el Congreso, tanto en las sesiones plenarias como en los foros de discusión, desde diversas perspectivas y experiencias, pusieron de manifiesto la necesidad de enfrentar los efectos nocivos de la globalización neoliberal en la cultura; la importancia de la memoria y la historia de los pueblos; la trascendencia de la creación de nuevos valores y conocimientos como esencia para alcanzar la paz global y la justicia.

Indiscutiblemente, una cultura de la resistencia será la llamada a concebir nuevos códigos y acciones concretas, una nueva estrategia y táctica para fortalecer la lucha por la democracia cultural en nuestros países.

La justicia social y la igualdad; el acceso de todos a los bienes materiales y espirituales; las oportunidades para un desarrollo humano pleno y la ética, resultaron conceptos que desde diversos enfoques se convirtieron en aspiraciones de todos los participantes en el Congreso.

Se reconoció el modelo cubano, sustentado en los principios de la política cultural de la Revolución, donde vanguardia artística y población son protagonistas de los procesos que se llevan a cabo, y constituyen ejes esenciales del desarrollo de la cultura en el país.

La denuncia del terrorismo ejercido por los centros hegemónicos, ocupó un lugar destacado en los debates. Una de sus modalidades lo es el terrorismo económico, que causa la muerte de millones de personas, sometidas a extrema pobreza. También se enjuició la manipulación de la información y su control en el mundo desde los centros de poder; del monstruo de la corrupción y la impostergable necesidad de combatir unidos al imperialismo con acciones de resistencia y de paz; de sustituir su política de destrucción de los valores humanos por la construcción activa de un proyecto que, sin excluir el comercio, se sustente en la cooperación y en la solidaridad, tal como lo propone la Alternativa Bolivariana para las Américas.

El Congreso discutió con profundidad y amplitud la problemática de la lucha En Defensa de la Humanidad, y se hizo eco de la urgencia de pasar a la ofensiva con acciones concretas, dejando a un lado la retórica y las buenas intenciones. Se escucharon propuestas bien fundamentadas acerca de un imprescindible plan de acción que comprenda:

--Elaboración de un primer programa que se inicie por la lucha contra el terrorismo, primero en el hemisferio y que se extienda después a toda la humanidad; y creación de un Tribunal Internacional contra el terrorismo como expresión de esa lucha.

--Utilización de las redes de periódicos, revistas, organizaciones ecológicas, así como la cooperación con sindicatos y uniones de periodistas, servidores múltiples y otros medios electrónicos para enriquecer la Red de Redes.

--Hacer de la inclusión el eje central de la lucha En Defensa de la Humanidad.

Los participantes de este IV Congreso Cultura y Desarrollo saben que la Defensa de la Humanidad, que la lucha para enfrentar el terrorismo, para oponernos a la globalización hegemónica y al pensamiento único; a los designios del imperio, será el viaje de una larga noche hacia el día, será tal vez tarea de varias generaciones. No importa. En esa difícil lucha nos defiende algo tan sencillo y a la vez tan profundo, como la verdad y las ideas. Esas son las armas de la cultura. Son, además, nuestro escudo. No los conocemos mejores, porque las ideas las desplegamos en batalla, y encarnan en inclaudicables y justos principios. Y con Martí, ya lo sabemos para siempre: "Un principio justo desde el fondo de una cueva, puede más que un ejército".

Esa es nuestra convicción y a la vez nuestra esperanza.

La Habana, 9 de junio de 2005.
Posted by Hello

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