12 agosto 2010

Forjando la Memoria: Discurso del Rector Oscar Maggiolo en el sepelio de Líber Arce




14 de agosto de 1968.-

El 14 de agosto de 1968 fue asesinado el estudiante de Odontología, Líber Arce, mientras participaba en una movilización en reclamo del boleto estudiantil. Fue el primero de muchos estudiantes asesinados y desparecidos antes y durante el golpe de estado que comenzó el 27 de junio de 1973.

La fecha del asesinato de Líber Arce se transformó en un símbolo para el movimiento estudiantil, que desde entonces marcha cada 14 de agosto recordando a los estudiantes caídos. Con el tiempo, esta marcha se consolidó como el espacio en el que, además, el movimiento estudiantil plantea sus reivindicaciones, propone alternativas y analiza la coyuntura del país.

15 de agosto de 1968.-

Dos horas antes de partir el sepelio de Líber Arce se inicia en todo el país el paro general decretado por la CNT, convirtiéndose la procesión en la manifestación más grande registrada en los años anteriores.

Discurso del Rector de la Universidad de la República Ing. Oscar J. Maggiolo en el velatorio de Líber Arce.

Traemos a este triste acto de despedida definitiva de este gran compañero y universitario, mártir de la lucha por la libertad, el saludo acongojado y respetuoso del Consejo Directivo Central de la Universidad, que hoy más que nunca, es el saludo de la Universidad entera. A Líber Arce no lo conocíamos personalmente, sabemos que era un militante conciente y responsable de la Federación de Estudiantes Universitarios del Uruguay y al rendirle homenaje a él rendimos homenaje a esta Federación de gloriosa historia, nacida en circunstancias difíciles de la vida de nuestra Universidad, y que en sus cincuenta años de vida ha sabido escribir páginas emocionantes e históricas en la lucha por la dignidad nacional, en la lucha por los desheredados contra los poderosos, en la lucha por la independencia definitiva de nuestra América subdesarrollada, en la lucha por la Universidad autónoma y libre de las influencias del poder político, de ese mismo poder que hoy en forma más aguda que nunca parece no vacilar en desencadenar esta ola de violencia, de negación de nuestras más puras tradiciones, que nos alarma a los uruguayos que hemos aprendido a amar y respetar las tradiciones que nos han legado nuestros antepasados más ilustres, como son los "valores morales, los principios de justicia, libertad, bienestar social, los derechos de la persona humana y la forma republicana de gobierno".

Estas legítimas y caras tradiciones del pueblo oriental, son precisamente las que el Claustro General Universitario proyectó, y el legislador finalmente, con sabiduría innegable, consagró en el Art.2° de la Ley Orgánica que nos rige desde 1958, que define los "fines de la Universidad". Y esta defensa de los valores fundamentales es en nuestra Universidad, tan esencial como la formación de profesionales, la investigación científica o la enseñanza artística.

En épocas normales, la vida de la Universidad se centra en la enseñanza y la investigación, en épocas anormales, como las que estamos viviendo nuestra misión es formar conciencia y defender nuestras libertades, la justicia social, las leyes y la Constitución de la República. Así sucedió siempre en la historia de nuestro país y así actuó siempre nuestra Universidad. Todo esto en nuestro país, no es otra cosa que la defensa de la legalidad y del orden instituido. Y es, señores, en la defensa de esta legalidad y este orden constituido en que nos encontramos embarcados todos los universitarios, que cayó para siempre el joven Líber Arce. Dio lo más que un hombre puede dar, entregó su vida.

El compañero Arce entra hoy en la historia imborrable de los grandes acontecimientos que siempre distinguió al pueblo oriental por sus actos de tremenda generosidad y de apoyo a las causas desinteresadas y que tantos en estos momentos debieran de recordar o imitar. Como si el destino pudiera elegir a quienes deberán pasar a la eternidad como símbolo de lucha que en estos momentos es lucha del pueblo uruguayo y de todos los pueblos de América Latina, la lucha por la liberación que surge del propio nombre de este joven heroico y primer mártir de nuestra Universidad.




En el acto público que realizó el Consejo Directivo Central, en la explanada de la Universidad el 12 de junio, precisamente la tarde anterior del día que se decretaron las Medidas Prontas de Seguridad que a sesenta y cinco días de su adopción aún soportamos con el solo efecto sumiendo a la República en el caos económico-social y político, que hoy todos reconocen, dijimos hablando en nombre de la Universidad: "Ante la protesta popular, ante la protesta estudiantil y por una situación debidamente diagnosticada quienes tienen obligación de hacerlo nada hacen por corregir, nos introducimos cada vez más por el peligroso y trágico camino que la regresión, del cercenamiento de las libertades a expresarse y de manifestar, por el camino inclusive del atentado violento a la persona humana, por parte de los efectivos policiales, como el baleamiento injustificado, recientemente realizado, contra una manifestación estudiantil, en la que resultaron heridos graves cinco jóvenes, que deberán llevar el resto de su vida, el signo de las consecuencias de las balas disparadas contra ellos por integrantes del Instituto Policial, que como Policial debería tener por misión primordial la defensa de la persona humana".

Dijimos después: "Apelamos a la cordura de todos para que, de acuerdo a la tradición de que tanto podemos enorgullecer los uruguayos, hagamos lo necesario para que la sangre no sea el precio del mantenimiento de nuestras libertades". Expresamos a continuación: "Y los primeros que deben responder a este llamado, llamado angustioso de una Universidad que desde hace siglo y cuarto es ejemplo moral de nuestra nación, son aquellos que en una u otra forma, hoy son responsables de los destinos de la nación, en la Presidencia de la República, en los Ministerios, en las Cámaras, al frente de los Entes Estatales, Industriales y en los Entes de la Enseñanza".

Terminamos aquel discurso que por ser pronunciado en representación de los Tres Ordenes que conllevan el gobierno universitario, el día que está en el origen de todo lo que hoy sucede en lo más inmediato, tiene su importancia para fijar cual era y cuál es el espíritu que anima al Instituto que representamos, dijimos: "Reclamando esa reacción es que hoy realizamos este acto, en la esperanza de que Universidad y Pueblo unidos en la defensa de los ideales más puros de nuestra nación, lleguemos a calar hondo en la sensibilidad de los que tienen en sus manos la posibilidad de torcer el destino de nuestra Patria, llevándola por el camino de la justicia social, la soberanía y de la lucha contra el subdesarrollo".

Lamentablemente las cosas no sucedieron como la Universidad deseaba, lamentablemente nuestras exhortaciones a la calma, la cordura, el diálogo y el rechazo de la violencia no fueron escuchadas por aquellos que por la responsabilidad de las investiduras que ostentan más podíamos esperar que respondieran sensatamente.

Y el diálogo se evitó y la violencia se desencadenó y hoy estamos despidiendo para siempre a la primera víctima irreparable de esa violencia. La ola de insatisfacción que hoy recorre al mundo se hace sentir en forma por demás aguda, por las circunstancias históricas que vive nuestro país. Y en todas la épocas, los estudiantes universitarios han sido siempre los primeros en reaccionar. Las grandes revoluciones sociales que han civilizado al mundo no se han realizado en las Universidades, pero en ellas se han formado siempre los ideólogos de las grandes transformaciones, y el sacrificio de los jóvenes estudiantes, como este militante de la FEUU a quien hoy venimos a dar sepultura, han sido siempre previos a la concreción de esas transformaciones históricas.

Hoy los países subdesarrollados avanzan lenta pero invenciblemente hacia una mayor justicia social entre los hombres. No cumpliríamos los universitarios con el papel que nos corresponde en la sociedad, si no fuéramos factor de cambio. Los docentes y los estudiantes renunciaríamos a cumplir la misión que la sociedad espera de nosotros, si no fuéramos una fuerza impulsora de todas aquellas transformaciones que aseguran el cumplimiento de los más puros ideales humanistas: justicia, salud, educación, igualdad de oportunidades para todos sin privilegios, sin desheredados.

A un siglo de haber sido escrita, la crítica de José Pedro Varela, el más auténtico y representativo de los hombres públicos que sentó las bases de la educación de este Uruguay que hoy estamos a punto de perder, sigue siendo vigente. Decía Varela en su polémica con Ramírez, que la Universidad nada contribuiría para transformar el país, para sacarlo del ámbito del caudillismo y de los doctores. José Pedro Varela tuvo razón y porque lo reconocemos es que aspiramos a que nuestra Universidad no forme sólo hombres cargados de ciencia y sapiencia, sino hombres rebeldes, inconformistas, de espíritu crítico, para la Sociedad en que viven, buscando en el gran laboratorio que es la vida, la misma verdad que el hombre de ciencias busca en su laboratorio y trasmite en la cátedra.

Lo reafirmamos con todo el énfasis que podemos poner en este momento, de profundo dolor y sincero homenaje: la Universidad no cumpliría con su misión si no formara hombres capaces de descubrir las imperfecciones de la sociedad en que viven y si no les infundiera el valor para rebelarse contra esas imperfecciones. Es necesario sin embargo reflexionar y proceder, aún en los momentos trágicos y difíciles que vivimos, con la mayor serenidad y con la mayor cordura, con las decisiones serenas y cuerdas, son las que a no dudarlo ayudarán más efectivamente a alcanzar los fines perseguidos.

A ello, exhortamos a todos, pues hoy más que nunca, como siempre lo ha logrado la Universidad en los momentos críticos es imprescindible la unidad y la fraternidad en la acción. La Universidad unida es una garantía de que los ideales de libertad y de justicia social volverán a imponerse en nuestra República. Y este es el mayor homenaje, el más grande homenaje que podemos brindar a este noble compañero caído en la lucha por la Autonomía Universitaria, por la libertad y por la soberanía en nuestro país.





1 graffiti:

Lucía.uy

Hola Silvia......pensar que estuve ahí, de la mano de mi madre y mi abuela.....claro aún no entendía mucho, tenía 7 años, pero te aseguro, que recuerdo hasta los olores.....

un abrazo, Bruji, y gracias por recordar......