08 agosto 2005

MURIÓ EL DESTACADO MÚSICO CUBANO IBRAHIM FERRER




José Luis Estrada BetancourtLa Habana

Hasta Cuba, que lo vio nacer el 20 de febrero de 1927 y que Ibrahim Ferrer amaba con locura, sigue llegando el eco de los estruendosos aplausos que, desde finales de la década de los 90, le dispensaron por los cinco continentes a uno de los más geniales cantantes cubanos.

Ibrahim fue venerado lo mismo en Nueva York, que en Inglaterra, Australia o en Tokio. Pero este inmenso sonero santiaguero de eterna gorra pegada, de hablar pausado y voz de ángel, ha dejado de ser una leyenda viva de la música cubana para convertirse en símbolo de la cultura universal.

Ferrer murió en la tarde de ayer y su cadáver estará expuesto hoy, a partir de las 4:30 p.m., en Calzada y K. El sepelio será mañana a esa misma hora. Y ese hecho inesperado llena de consternación a sus admiradores. Tenía 78 años, sin embargo, ni el más avesado matemático hubiera dado en el blanco con el cálculo de su edad, ni aquellos que quedaban con la boca abierta, presos de una voz que los “embrujaba”, cuando se acercaban a sus actuaciones buscando a los famosos “viejitos” que se convirtieron en noticia e hicieron furor, con el sonado éxito del Buena Vista Social Club. Y es que Ferrer era pura energía sobre el escenario, alma y corazón.

La historia de este notable intérprete se inició cuando tenía 14 años. Y aunque hizo muchas cosas para subsistir, la música resultó su perenne compañera. Fue así como se convirtió en el cantante principal de la orquesta de Chepin, de los conjuntos Wilson y Sorpresa, de Los bocucos, hasta que en 1998 fundara su propia agrupación.

Así y todo, Ibrahim, cuya valía siempre ha sido reconocida por músicos, críticos, especialistas y por sus miles de seguidores —poseía la Réplica del Machete de Máximo Gómez y la Orden Félix Varela de Primer Grado—, decidió “abandonar” en la década de los 80 la profesión que siempre fue centro de su existencia.

Su triunfal retorno se produjo con la orquesta Afro Cuban All Stars. Poco después vendría la apoteosis con el fonograma Buena Vista Social Club, ganador del codiciado Grammy, al igual que Buenos Hermanos, disco que también fue distinguido con un Grammy Latino —como el Buena Vista Social Club presents Ibrahim Ferrer— y con los premios Bilboard Latino y Mobo Awards.

Desde entonces ha llovido mucho, y mientras tanto, Ferrer continuó dándole vida a sus sueños, como el de hacer un magnífico disco de boleros. Pensé que me moriría sin lograrlo, había dicho, y comenzó a grabar el CD Mi sueño. A bolero Songbook, cuya gira promocional lo traía en los últimos tiempos de una plaza a otra por la vieja Europa.

Ayer murió Ibrahim Ferrer, pero Perfidia, Quiéreme mucho, Silencio, El platanal de Bartolo y Dos Gardenias, por suerte, entre otros muchos de sus sones y boleros, han quedado registrados, para que no nos falle la memoria. Esos temas cantados por él perdurarán para siempre, porque ellos fueron los que lo convirtieron en gigante entre los grandes.

Tomado de Juventud Rebelde
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