18 agosto 2005

MAFALDA, UNA INSTITUCIÓN



El dibujante recibió un diploma y una medalla, tras haber sido declarado Ciudadano Ilustre de Buenos Aires.

Por Oscar Ranzani

La anécdota es conocida pero vale la pena recordarla: Mafalda nació como un proyecto de Quino ante una propuesta de una empresa de electrodomésticos que quería hacer una campaña publicitaria con una tira de una familia media. El pedido era que el personaje principal tuviera las letras M y A. Justo el dibujante mendocino estaba viendo la película Dar la cara. En ella un personaje entra a un dormitorio, mira el moisés y dice “¡qué linda la nena! ¿Cómo se llama?”. La respuesta ya se sabe. El proyecto nunca llegó a concretarse, para suerte de todos los que aprecian el valor que encierra el personaje de Mafalda en la historia del humor gráfico argentino e internacional, ya que la historieta fue traducida a 26 idiomas.

Esa anécdota la contó Quino en un jugoso reportaje televisivo que Caloi le hizo hace trece años y que fue presentado ayer por la tarde durante el homenaje que le realizaron al notable humorista y dibujante en el Salón Dorado de la Legislatura Porteña. Fue un acto emotivo, en el que Quino recibió un diploma y una medalla tras haber sido declarado Ciudadano Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires.

Participaron de la ceremonia el vicejefe de Gobierno porteño, Jorge Telerman; el vicepresidente primero de la Legislatura, Santiago de Estrada; Daniel Divinsky, responsable de Ediciones de la Flor (editorial en la que Quino publica sus libros desde 1970); las diputadas porteñas Alicia Bello y Alicia Caruso (responsables del proyecto que fue sancionado como ley el 9 de diciembre de 2004); el secretario de Cultura de la ciudad, Gustavo López; Caloi y otras autoridades y personalidades del ámbito de la cultura.

Luego de ser exhibido el fragmento de Caloi en su tinta, el creador de Clemente expuso una propuesta: “¿Por qué no lo proponemos como premio Nobel de la Paz?”. A su pedido le siguió un ensordecedor aplauso que solo fue silenciado por la respuesta de Quino sobre el final del acto. “Como propuesta para el Nobel de la Paz tenemos un candidato; a ese sí hay que apoyarlo en serio, porque además está haciendo una cosa que no ha hecho nadie: se llama Daniel Baremboim”, exclamó en referencia al prestigioso pianista argentino, director de una orquesta conformada por ciudadanos israelíes y palestinos, entre otras nacionalidades.

Después de aclarar que la palabra no es la herramienta más amada por los dibujantes, Quino agradeció la distinción pero con una salvedad: “Debo decir que estoy un poco desolado con estos homenajes y distinciones porque esto de ciudadano ilustre, visita honorable, lo compromete a uno con la sociedad a portarse bien, dar buenos ejemplos y yo estoy esperando que me den un cargo desde el cual poder hacer alguna tropelía”, expresó con su particular ironía, para desatar la risa colectiva. “Pero me pone muy contento que en una ciudad a la que yo vine hace 51 años y que para un provinciano que llega acá no es nada fácil, recibir este homenaje ahora es muy emocionante”, agregó.

“Nos hizo cambiar tres veces las tapas de libros, no hay color que lo satisfaga, nos pasamos la vida modificando cosas pero, ¿quién no se lo perdonaría?”, expresó Divinsky, que también afirmó que lo que más le gusta en el mundo “es ser editor y tener un autor como Quino”.

Luego de expresar que el objeto de la política y el del humor es el mismo (“la sociedad”), Bello se declaró fanática de Quino y citó una frase de Mafalda para corroborarlo: “`Señores, no es cuestión de romper estructuras sino saber qué hacer con los pedazos’. Eso me pareció realmente original porque de eso se trata”, subrayó. En tanto, Caruso resaltó las metáforas de Mafalda “en una época en que muy pocos podían hablar”, y a quien describió “como una acompañante de por vida”.

Fuente: Página 12

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