He leído qua la reunión de Davos este año no ha sido precisamente un éxito. Ha faltado mucha gente, la sombra de la crisis heló sin piedad las sonrisas, los debates no tuvieron interés real, tal vez porque nadie sabía bien qué decir, temiendo que los hechos concretos del día siguiente pusieran en ridículo los análisis y las propuestas con tanto esfuerzo engendradas para corresponder, aunque fuera por mera casualidad, las más que modestas expectativas creadas. Sobre todo se habla mucho de una inquietante falta de ideas, hasta se ha llegado a admitir que el “espíritu de Davos” ha muerto. Personalmente nunca he visto que sobrevolara por allí un “espíritu”, o algo más o menos merecedor de esa designación. En cuanto a la alegada falta de ideas, me sorprende que sólo ahora se haya hecho esa referencia, puesto que ideas, lo que, con todo el respeto, llamamos ideas, nunca salió de allí ni una que sirviera de muestra. Davos ha sido durante treinta años la academia neocon por excelencia y, por lo que puedo recordar, no se oyó ni una sola voz en el paradisíaco hotel suizo que apuntara los caminos peligrosos que el sistema financiero y la economía venían transitando. Cuando ya se estaban sembrando vientos nadie quiso ver que se acercaban las tempestades. Y ahora nos dicen que no hay ideas. Vamos a ver si surgen cuando el pensamiento único ya no tiene más mentiras que ofrecernos.
José Saramago
Fuente: El Cuaderno De Saramago
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