13 marzo 2007

PABLO MILANÉS RECIBE la MEDALLA HAYDÉE SANTAMARIA






Pablo Milanés regresó a Casa de las Américas. La vuelta no tuvo como propósito cantar. Fue a recibir la medalla Haydée Santamaría que otorga el Consejo de Estado cubano a petición del Ministerio de Cultura. Y fue de manos de otro entrañable amigo que apareció minutos antes: el Premio Nobel de Literatura Gabriel García Márquez.

La ceremonia fue sencilla. Breve. Las emociones se juntaron sin tiempo en la amplitud de la sala Che Guevara. Para el acontecimiento estuvieron familiares y personalidades que en el entorno son amigos de Pablo, como lo fue la propia Haydée, de ambos en común. El aire que medió no resultaba el de la ceremonia oficial, protocolar, donde convergen grandes personalidades de la cultura, sino aliados por la cultura.

En las palabras introductorias, el poeta y ensayista Roberto Fernández Retamar, presidente de la institución recordó: “El 20 de octubre pasado se dio a conocer una resolución del Consejo de Estado por el cual se daba la medalla Haydée Santamaría a un pequeño, pero entrañable grupo de trabajadores de nuestra cultura. En aquella ocasión estaba ausente del país, el muy querido y admirado Pablo Milanés”. También comentó que con este acto se daba inicio al 40 aniversario del encuentro de la canción protesta donde Pablo fue el único participante de aquel evento. Al exponer el por qué el trovador es merecedor de esta distinción, enfatizó: ”Pablo es una maravillosa leyenda viva de nuestra historia, de nuestra cultura.” Y concluyó: “se trata de alguien vinculado a lo más profundo y a lo más sagrado de esta Casa de la Américas y es el recuerdo siempre vivo de Haydée.”

La medalla Haydée Santamaría fue creada en 1989 a propósito del aniversario 30 de Casa de las Américas. Reconoce a “ciudadanos y colectivos que, con una obra útil y una obra intelectual de alta calidad, hayan contribuido al enriquecimiento y defensa de la genuina cultura de nuestra América”. Entre las personalidades que han sido condecoradas están, entre otros, el propio García Márquez, Mario Benedetti, Augusto Roa Bastos, Chico Buarque, Oswaldo Guayasamín y el pintor cubano Mariano Rodríguez.

En la ocasión del 20 de octubre le fue entregada esta distinción a un pequeño grupo de intelectuales cubanos como bien recordó Retamar. Entre ellos se encontraban Alfredo Guevara, Silvio Rodríguez, Harold Gramatges, Armando Hart y Eusebio Leal. El autor de “Yolanda” no pudo estar en la ceremonia de entonces por encontrarse fuera del país a propósito de la presentación de su disco Como un campo de Maíz. Al recibir la medalla, Pablo dijo que nunca nos alcanzará el tiempo para corresponder a Haydée. “Haydée —dijo— fue como un rayo que iluminó mi vida para siempre, Haydée fue una flor herida como la de Rostgaard para la sensibilidad y la tolerancia, una espina clavada en el mal gusto y en el oportunismo, de quien pretendiera interrumpir lo que estábamos haciendo, no la música, sino la Revolución, y así me persigue y la recuerdo en cada desafío cotidiano y lo constataré más con esta medalla en mi pecho de la que ella, naturalmente, estaría orgullosa".

Por su parte, el escritor colombiano, quien cumplió hace algunos días ochenta años, refirió en un aparte, que le resultaba una emoción inmensa poder estar en Cuba y al lado de Pablo. Luego de colocarle la medalla al trovador y a modo de festejo comentó entre risas: “es la primera vez que le pongo una condecoración a alguien menor que yo.”

Abrazos. Felicitaciones por doquier. Y el agasajado feliz. La sonrisa afable ante las preguntas disparadas desde todos los flancos posibles sobre la significación que tiene esta medalla y que fuera el Gabo quien se la colocara en el pecho. ”Ha sido un mérito extraordinario lo de esta tarde, —reflexionaba Pablo. En primer lugar eso, lo de la medalla. Está dicho mil veces el amor, la pasión que yo sentía por el carácter, el espíritu y la persona de Haydée Santamaría. Me siento muy emocionado; pensé que no podría aguantar tanta emoción. Porque además, me trae todos los recuerdos de ella y eso es lo que más he querido en mi vida. Por otro lado que el Gabo haya llegado de un viaje largo, esté cansado todavía y venga aquí, es un honor.”

Emocionado. Y era visible no solo porque él mismo lo dijera sino porque lo delataban sus manos, que no dejaban de temblar.

En un aparte con La Jiribilla y a la pregunta de cuándo fue la primera vez que compuso sobre Haydée, recordó: “Hice una canción que titulé “Campesina” y era su canción favorita. A la verdad que para mí era muy fácil componerle a ella. A los dos meses de fallecer Haydée nació la otra Haydée, mi hija.


Así fue, es, la luz de una Yeyé que está en el pecho y en la memoria también de un trovador.










PALABRAS DE AGRADECIMIENTO




Queridos amigos:


Gracias a todos por acompañarme en esta tarde y gracias también a quienes me han considerado para recibir esta medalla, que sin duda tiene un gran valor para mí. Haydée Santamaría no sólo nos ha dejado el mejor ejemplo de lo que significa la coherencia ideológica y la sensibilidad cultural, sino que para mí este acto representa también hacer honor y recordar a alguien que amé y respeté con el orgullo de haber podido compartir sus trabajos y sus días. Por eso estoy feliz de que su nombre, y más que eso su espíritu, luzca hoy para todos nosotros. Nunca nos alcanzará el tiempo para corresponder a Haydée.


Haydée fue como un rayo que iluminó mi vida para siempre, Haydée fue una flor herida como la de Rostgaard para la sensibilidad y la tolerancia, una espina clavada en el mal gusto y en el oportunismo, de quien pretendiera interrumpir lo que estábamos haciendo, no la música, sino la Revolución, y así me persigue y la recuerdo en cada desafío cotidiano y lo constataré más con esta medalla en mi pecho de la que ella, naturalmente, estaría orgullosa.


Sala Che Guevara. Casa de las Américas.


La Habana, 9 de marzo de 2007.






Fuente: La Jiribilla




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