17 diciembre 2010

La conspiración Goulart




La Familia de Jango no descarta presentar denuncia penal en Uruguay para que se indague

A 34 años del fallecimiento del ex presidente brasileño João Goulart, surgen nuevos indicios de su sospechosa muerte, que podrían derivar en una denuncia penal en Uruguay para que se indague sobre la existencia de una conspiración en la que participaron represores brasileños, militares uruguayos y agentes de la CIA norteamericana. Quince testigos que sospechaban de su asesinato fallecieron consecutivamente de ataques al corazón.

Desde que João Goulart falleció, el 6 de diciembre de 1976, de un ataque al corazón en su estancia de Las Mercedes, en la provincia de Corrientes, Argentina, han existido dudas y sospechas sobre si su deceso fue por causas naturales (sufría del corazón) o había sido víctima de un atentado, similar al sufrido por otros políticos opositores a las dictaduras del cono sur.

Las autoridades argentinas no permitieron que el cuerpo de Goulart fuera sometido a una autopsia, sus restos fueron trasladados rápidamente a su natal San Borja, Brasil, sin pompas ni grandes cortejos. El entierro sólo se demoró para esperar a su hijo João Vicente, que se encontraba radicado en Londres. Sólo sus familiares y algunos políticos estuvieron presentes en el entierro.

En el entorno de Goulart se generaron dudas sobre su muerte. Las sospechas, entre ellas la de su cuñado Leonel Brizola, derivaron años más tarde en la creación de una Comisión Especial Investigadora sobre la muerte del ex presidente, de su antecesor Juselino Kubitscheck y del opositor Carlos Lacerda, quienes también fallecieron en un breve lapso de tiempo.

En 1982, el uruguayo Enrique Foch Díaz –amigo de Goulart a quien le vendió su estancia El Milagro, en Maldonado– intentó recopilar datos para hacer un libro en el que contaría su relación con Jango. Inició entonces un trabajo con los periodistas Luis y Marta Viale que derivó en una imprevista indagación y un libro nunca editado que pudo constituirse en una importante denuncia.

Durante varios meses, los periodistas y Foch Díaz entrevistaron a personas allegadas a Goulart y recogieron sospechas que no pudieron confirmar con pruebas, hasta que en su viaje a Corrientes, Argentina, fueron detenidos por agentes de la dictadura y vivieron un momento de sinsabores. Foch llegó a denunciar la muerte de Goulart ante la justicia de Corrientes.

Los Viale finalmente escribieron un libro titulado João Goulart, muerte dudosa, basado en las horas de grabación que habían recogido, pero la publicación que inicialmente había interesado al grupo Manchete de Brasil, que estaba dispuesto a comprar el texto y las grabaciones, finalmente no fue publicado. Los Viale y Foch tuvieron entonces discrepancias y se separaron.

El libro también fue enviado a Argentina, por intermedio del entonces representante de la editorial Planeta en Uruguay, Enrique Piquet, pero en esos tiempos estallaba el escándalo de la “Propaganda Due”, que comprometía a varios altos jerarcas de la dictadura militar, y las editoriales consideraron que no era momento de publicar un libro que sospechara de la muerte de Goulart.




“El crimen perfecto”

En el año 2000, Foch Díaz publicó en Arca el libro João Goulart, el crimen perfecto, en el que –sin el apoyo de las grabaciones realizadas por los Viale– relata su versión de la investigación efectuada en los años ochenta e incluye la sospecha de que la muerte pudo estar enmarcada en el Plan Cóndor, cuya existencia se denunciaba a fines de los años noventa.

Junto a la publicación, Foch hizo una denuncia penal contra allegados a Goulart a quienes acusó de malversar fondos y bienes de la familia. Como respuesta, recibió una denuncia por difamación e injurias. Su principal testigo, el piloto Ruben Rivero, falleció de un ataque al corazón cuando viajaba a Uruguay. Nunca se recuperaron los documentos que traía como prueba.

En 2002, en una cárcel de Porto Alegre, el ex agente uruguayo Mario Barreiro Neira confesó que había participado en una “Operación Escorpión” por la que se provocó la muerte de Goulart al colocar dentro de su medicación para el corazón una pastilla preparada que provocaba el efecto contrario. Meses habría tardado en tomar la píldora envenenada.

Desde 2005, cuando se comienza a desclasificar documentos secretos de la dictadura uruguaya, aparecieron datos que hicieron relevantes las sospechas sobre la muerte de Jango, quien murió cuando pretendía regresar a su país y que efectivamente era vigilado de cerca por los servicios de inteligencia de Uruguay a pedido de Brasil.

En su prontuario en la Dirección Nacional de Información e Inteligencia consta que el 9 de noviembre de 1976 había renunciado al asilo político que Uruguay le otorgó tras ser derrocado en 1964. Esa renuncia, requerida por la dictadura uruguaya para darle la radicación, lo dejó indocumentado y lo obligó a viajar a Corrientes, donde un mes y tres días más tarde murió.

La indocumentación también había sido una de las características que antecedieron las muertes de Zelmar Michelini y Héctor Gutiérrez Ruiz, cuyos pasaportes fueron anulados poco antes de ser asesinados. Lo mismo le ocurrió al ex ministro de Defensa del gobierno de Salvador Allende, general Carlos Prats, asesinado junto a su esposa el 30 de setiembre de 1974 en Buenos Aires.

En los últimos años, la familia Goulart pasó a convencerse de que existían elementos que les hacen presumir que Jango fue en realidad asesinado y obligaron a reabrir la investigadora parlamentaria en Brasilia, donde se concluyó que existen evidencias fuertes para sospechar el magnicidio aunque no se haya logrado conseguir pruebas concluyentes al respecto.




La grabación de Foch

En agosto de 2006, Enrique Foch Díaz decide hacer la grabación en la que registra –con perspicacia y preocupación– los nombres de 15 personas que fallecieron por ataques al corazón (salvo una) y que estaban estrechamente ligadas a su investigación sobre la muerte de João Goulart. Con esos decesos consideraba perdidos definitivamente los testimonios (y las sospechas) que habían recogido durante meses de trabajo a principios de los años ochenta, cuando aún regían las dictaduras militares en la región.

En su testimonio Foch Díaz recuerda que en 1976 se produjeron los asesinatos en Argentina de los legisladores uruguayos Héctor Gutiérrez Ruiz y Zelmar Michelini, éste residente en el mismo hotel Liberty donde solía hospedarse el derrocado presidente de Brasil, y que paralelamente se sucedieron las muertes sospechosas de los ex presidentes brasileños Juselino Kubitscheck (en un accidente carretero) y João Goulart, así como la del ex candidato Carlos Lacerda (tras una sencilla intervención quirúrgica).

En forma paralela a los antecedentes de lo que hoy se ha confirmado como la coordinación represiva de las dictaduras del cono sur conocida como el Plan Cóndor, Foch Díaz dejó registrada en audio la curiosa sucesión de muertes de allegados a Goulart y a su indagatoria, en lo que se asemeja a la lista de víctimas de una suerte de “maldición” faraónica:

“1) Cayetano Fior del Mondo Goulart, ‘Tito’, brasilero, cocinero durante diez años de la familia del presidente. Domiciliado en Artigas, Uruguay, muere de un ataque al corazón […] integraba el grupo que prestó declaraciones grabadas sobre los hechos que rodearon la muerte de su patrón y amigo”.

“2) João Alonso Minteguy, brasilero, ex diplomático en Uruguay, domiciliado en Montevideo. Actuaba de mediador con el gobierno militar de Brasil a los efectos de llevar a cabo un eventual regreso de Jango a su país. […] se niega a grabar la entrevista sin dar razones […] al cerrar la puerta, dice textual: ‘Al doctor lo mataron’. Muere poco después de un ataque al corazón”.

“3) La señora esposa de Minteguy, brasilera, presente en la entrevista, muere también del corazón sin poder yo precisar si fue antes o después que su esposo”.

“4) Jack Bloch, Jakito, brasilero, propietario de la revista Manchete. Compró […] los derechos del libro João Goulart, muerte dudosa y los cassettes conteniendo las grabaciones de las entrevistas. El libro nunca fue publicado. Bloch murió del corazón”.

“5) Luis Viale, uruguayo, periodista. Fue autor, con su hermana Marta y el suscrito, del libro. Es de hacer notar que tres copias de ese libro, como correspondía, fueron depositadas en la Biblioteca Nacional uruguaya. Esas tres copias desaparecieron. […] Viale murió del corazón”.




Los pilotos de Jango

“6) Marcelino García Castro, Loyo, primer piloto uruguayo y empleado de Goulart. Estando detenido por integrar filas tupamaras en la cárcel de Libertad, muere del corazón [N. de R.: infarto al miocardio el 24 de julio de 1977]”.

“7) Hugo Wilkie, tercer piloto uruguayo empleado por Goulart. Contaba con buenas referencias por parte de la Fuerza Aérea. Tiene importante información grabada en los cassettes sobre el entorno de Goulart, en especial de su secretario Ivo Magalhães y Claudio Braga. Murió del corazón”.

“8) Francisco Perossio, ‘Pinocho’, cuarto y último piloto empleado por Goulart. Testigo de los últimos momentos de Jango. Portador del aviso del coronel Davalos, jefe de la Policía Militar brasilera en Porto Alegre, sobre el peligro de la vida que corría el doctor tanto en Uruguay como en la Argentina, sugiriendo que debía regresar a Brasil o viajar a Europa. […] Al recibir este aviso Goulart dispuso que sus hijos viajasen a Europa. (…) Perossio participaba activamente de las grabaciones de las cintas dando testimonio y apoyo económico. También muere del corazón”.

“9) Ruben Rivero, segundo piloto uruguayo empleado por Goulart. […] A poco del golpe de Estado, Rivero fue detenido por la SIFA, Servicio de Inteligencia de la Fuerza Aérea, y procesado por su vinculación al Movimiento Tupamaro […] Cuando salió en libertad retomamos los contactos en Punta del Este donde yo me encontraba a la espera de realizar un negocio. […] Fue el primero que me habló de su certeza de que el doctor fue asesinado y de la pasividad de sus deudos ante el fragante delito de robo y apropiaciones por gente del entorno de Goulart. A partir de ese momento realizó una seria investigación al respecto contactando con todas las personas del círculo de amistades y colaboradores de Goulart. En el año 2000 inicio acciones legales en el juzgado de Maldonado. Por estas acciones Ruben Rivero debía comparecer en calidad de testigo. Tenía que trasladarse desde la ciudad de Buenos Aires, lugar de su residencia. En el viaje, a sólo seis horas de su comparecencia en el juzgado, a bordo del Aliscafo murió de un ataque al corazón. La documentación referente al caso que portaba en el viaje frustrado desapareció”.

“10) Maneco Suares Leais, brasilero, piloto en Porto Alegre, empleado de Goulart desde su presidencia, […] manejaba las entregas de dinero que los diferentes negocios rurales generaban […]. En oportunidad de un encuentro casual en la confitería La Fragata de Punta del Este me contó que también sabía que el doctor había sido asesinado. Murió del corazón”.

Roger Rodríguez
rogerrodriguez@adinet.com.uy

Fuente: Caras y Caretas


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