Oliver Stone debe de haberse cansado de que le digan que Wall Street. El dinero nunca duerme ha convertido a Gordon Gekko en una sombra del malvado tiburón financiero que protagonizó Wall Street (1987). Porque el cineasta estadounidense llegó ayer a Madrid decidido a adelantar por la izquierda a todos los periodistas que se pusieran en su camino.
Y eso que no había comido. Su avión se retrasó. Y Stone empezó su primera ronda de entrevistas nada más pisar el hotel, a las cinco de la tarde, luciendo unas relucientes botas de piel con calcetines rojos. "La diferencia entre los mercados de 1987 y los de ahora es que antes estaban controlados por individuos y ahora por conglomerados, como los bancos o los fondos de inversión. Las ganancias de gentes como Gekko en los años ochenta se contaban en millones de dólares. Ahora se cuentan en miles de millones", declaró para empezar. La primera en la frente.
Y esto fue sólo el principio. El director también tuvo tiempo para señalar con el dedo a los políticos que impulsaron la desregularización de los mercados: "Reagan, Clinton y los Bush". Meter un repaso a las entidades bancarias: "Los bancos operan ahora como los casinos. Les preocupa mucho su beneficio y poco o nada aportar algo a la sociedad. Han estado tan consentidos que pretender ahora que se comporten de otro modo es complicado". Y señalar cómo EEUU ha sustituido la economía productiva por la especulativa. "Mi padre [un antiguo broker con escrúpulos que inspiró algunos de los personajes de Wall Street] siempre decía que no debía de haber beneficios sin producción. Pero, como recuerda Gekko en el nuevo filme, el 40% de las ganancias de EEUU en 2007 fue obtenido gracias al capital financiero. Ahora todo es finanzas y mercados. Y encima hemos exportado este sistema a la comunidad global".
La jungla del mercado
La conversación finalizó justo en el año (1987) en que había empezado. Stone venía de arrasar en los Oscar con la vietnamita Platoon (1986). Y tenía ya en mente Nacido el 4 de julio (1988). Pero el autor, que había debutado con otra película de aires bélicos Salvador (1986), decidió abandonar el género en su siguiente película para no encasillarse. O no.
Porque la genialidad de Wall Street es que Stone la trató como si fuera "una película de guerra". Tenía sus motivos. "Los mercados son un campo de batalla. Las corporaciones son como naciones en guerra. Y prescinden de sus empleados/soldados cuando ya no les son útiles", zanjó.
Carlos Prieto
Fuente: Público
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