Destaco cinco puntos en los que el gobierno de Lula creo que fue muy positivo y otros cinco en los que no respondió a las expectativas. Estoy convencido de que constituirán iniciativas que no podrán ser ignoradas por el gobierno de Dilma y de quienes le sucedan.
1. Ingresos de los más pobres. A través del programa Bolsa Familia y demás políticas sociales se transfirió una considerable cantidad de recursos a las familias más pobres del Brasil, hasta el punto de haber sacado unos 20 millones de personas de la miseria. Aunque el programa Bolsa Familia apenas ha distribuido el 0.4% del PIB, y la seguridad social el 7%, el hecho es que hoy el 70% de las viviendas poseen electrodomésticos tales como refrigeradores, televisión, cocina y lavadora de ropa. El aumento anual del salario mínimo por encima del índice de inflación amplió el poder adquisitivo de la población brasileña.
2. Estabilidad económica. La inflación se mantuvo por debajo del 5% y el salario mínimo hoy es de más de US$ 200, lo que ha permitido al consumidor planificar mejor sus compras, lo que ha sido facilitado además por una política de préstamos fijos y a largo plazo, a pesar de que los intereses sean todavía elevados.
3. La no criminalización de los movimientos sociales. A pesar de que las ocupaciones del Movimiento de los Sin Tierra, de los movimientos pro vivienda y de las represas causaran inquietud en las autoridades, no hubo represión policíaca-militar y el gobierno buscó, aunque un poco tímidamente, el diálogo con los líderes populares.
4. Soberanía. Al rechazar el ALCA y pagar las deudas del país con el FMI el gobierno de Lula colocó al Brasil como país soberano e independiente. Eso le ha permitido mantener una confortable distancia de la Casa Blanca y aproximarse a África, a los países árabes y a Asia, hasta el punto de debilitar el G8 y fortalecer el G20, en el que participan países en desarrollo. Estrechó relaciones también con Sudáfrica, China y la India y rompió el "eje del mal" de Busch al defender a Cuba, Venezuela e Irán.
5. Hablarle al alma del pueblo. Lula prefirió dejar de lado los discursos escritos y los protocolos para alimentar su empatía con el ciudadano común, usando un lenguaje popular, sin tecnicismos o expresiones académicas. Muchas veces externó sus sentimientos sin pudor, dejó que la emoción le llevase hasta las lágrimas y la rabia le hiciera usar las mismas expresiones que la gente sencilla del pueblo utiliza cuando le pisan el callo.
Sin embargo hay otra cara de la moneda, o los cinco aspectos que considero fallos:
1. Gobierno contradictorio. Lula nombró ministros de tendencias políticas e ideológicas antagónicas, como Stephanes en Agricultura y Cassel en Reforma Agraria, Mantega en Hacienda y Henrique Meirelles en el Banco Central, Jobim en Defensa y Vannuchi en Derechos Humanos.
2. Archivos de la dictadura. Aunque estén abarrotados de innumerables víctimas de la dictadura militar, comenzando por él mismo, el gobierno de Lula nunca usó su prerrogativa de comandante supremo de las Fuerzas Armadas para obligarlas a abrir los archivos de los años tristes. Ni apoyó iniciativas para que los responsables de los crímenes de la dictadura fueran llevados al banquillo de los acusados.
3. Reformas estructurales. Terminó el gobierno sin que, en los ocho años de su mandato, se hubiera llevado a cabo ninguna reforma estructural, como la agraria, la política, la tributaria, etc. Si los más pobres recibieron recursos anuales por valor de US$ 15.800, los más ricos, a través del mercado financiero, fueron agraciados, en el mismo período, con más de US$ 158.000, lo cual impidió la reducción de la desigualdad social.
4. Educación. La inversión en este sector no superó el 5% del PIB, cuando la Constitución exige al menos el 8%. A pesar de que el acceso a la enseñanza básica se haya universalizado, el Brasil se compara, según el IDH de la ONU, a Zimbabwe en cuanto a la calidad de la educación. Los profesores son mal remunerados, las escuelas no disponen de recursos electrónicos y la deserción escolar es elevada. Los programas de alfabetización de adultos han fracasado y el MEC se ha mostrado incapaz de aplicar el Enem. Como positivo está la ampliación de las escuelas técnicas y de las universidades públicas, el sistema de becas y el ProUni.
5. Salud. El SUS sigue siendo deficiente, y la atención de la salud va siendo progresivamente privatizada. Más del 50% de los hogares del país no disponen de saneamiento, los alimentos transgénicos son vendidos sin advertencia al consumidor y los derechos de las personas portadores de deficiencias no son debidamente asegurados.
Espero que el gobierno de Dilma pueda dar prioridad a los logros del gobierno de Lula y corregir sus fallos, sobre todo en cuanto a reformas estructurales. Ojalá consiga superar la deficiencia congénita de su gestión: el matrimonio, por conveniencia electoral, entre el PT y el PMDB.
Frei BettoTraducción: J.L.BurguetFuente: Adital
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