31 agosto 2010

Guillermo Chifflet: "Cuando se pierden los principios se pierde la esperanza”




Guillermo Chifflet es un viejo socialista. No un socialista viejo. Integrante, a lo largo de su dilatada militancia, de varios niveles de responsabilidad en la estructura del Partido Socialista, fue además periodista de El Sol, Época, Marcha y fundador de Brecha, donde actuó como secretario de redacción, jefe de información política y miembro del Consejo Editor. Electo diputado, mantuvo su relación con Brecha como colaborador.

En diciembre de 2005, cuando se discutía en Cámara la integración de Uruguay a la fuerza de paz de las Naciones Unidas en Haití, fue el único legislador del Frente Amplio que armonizó su discrepancia con los principios. Dijo, dirigiéndose a la presidenta del cuerpo: "Permítame dos minutos. Voy a tratar de redondear y lo más redondo posible. Bien claro: la bancada de mi partido, el Frente Amplio -al que yo no renuncio por cierto- y la del Partido Socialista, antes, decidieron que es mandato imperativo de los legisladores votar esto. Yo no puedo votar contra lo que son las convicciones más hondas de mi conciencia, por lo que he dicho y por otros argumentos más que tienen que ver con la acción del imperio y de los poderes centrales del mundo en América Latina. Permítame un minuto, porque es la última vez que hablo en Cámara. Yo acepto, por cierto, y soy partidario del mandato imperativo, pero para cumplir con los compañeros me retiro ahora, no voto pero renuncio a la Cámara. Renuncio".

Hoy, cuando los principios están en juego en las alternativas de la crisis política instalada por la clausura del expediente penal de los hermanos Peirano, Chifflet conversó con Brecha.

—¿ Qué opina, sobre el papel que jugó Gonzalo Fernández, en el episodio de la derogación del artículo 76?

—Creo que se equivocó en todo. No veo que haya compañeros que le hagan ver o que le señalen un punto de vista distinto, y lo cierto es que en la opinión pública hay mucha gente que ve muy claro que él no actuó correctamente o que piensa que no actuó correctamente. Y es conveniente, ante todo, decirle a un compañero: "estuviste bien en esto, estuviste mal en esto otro ".Es el mejor concepto de la palabra compañero. Lo otro es arriesgarse a que la gente pierda la confianza, la fe en la fuerza política.

—El Partido Socialista tiene una tradición sobre el valor de los principios y también un espíritu de cuerpo, de solidaridad con sus integrantes. ¿Hasta dónde debe llegar esa solidaridad?

—Eso es equivocado, lo primero que hay que decirle a un compañero es en qué se discrepa. Porque de lo contrario no se actúa como compañero sino como cómplice.

—¿ Qué consecuencias tiene ?

—Y... cuando se pierden los principios se desdibujan las fuerzas, se desorienta a la gente. Se pierde la esperanza, la fe, y es lo peor que le puede pasar a un agrupamiento político.

—¿A qué atribuye usted que el Partido Socialista esté transitando por ese camino?

—A que se ha perdido un poco la pureza, se ha perdido el espíritu de José Pedro o de Frugoni, que eran muy consecuentes con lo que sostenían. Yo recuerdo algunas polémicas en el comité ejecutivo, que no trascendieron, pero que expresaban ese principio: Frugoni le decía a otro compañero: "Usted se equivocó"; "De ninguna manera me equivoqué"; "No insista porque usted ha hecho ya demasiado daño". Eran planteos muy duros, después se daban la mano, pero expresaban la sinceridad.

—¿Qué opinión le merece la visita del presidente Mujica a Gonzalo Fernández?

—Ahí está la concesión a la amistad, en lugar del compañerismo. Una cosa es la amistad, otra el compañerismo político. En política hay que ser lo más serio, lo más fraternal, pero sin concesiones. Si se empieza por defender al compañero porque se le estima y porque en la militancia, en el enfrentamiento a los mismos adversarios, se genera un cariño, ese cariño no puede convertirse en complicidades.

—¿ Cuál es su relación actual con el Partido Socialista?

—Integro el Comité Central, que se reúne de vez en cuando, pero por razones de edad y de salud no tengo una militancia muy activa. Pero cuando ocurren situaciones como la actual, no las dejo pasar, busco la forma de decirles a los compañeros con toda claridad que el partido se prestigia no transando con determinadas cosas.

—¿ Cree que haya muchos militantes del PS que se encuentren desorientados con el trámite de este episodio?

—Me encuentro con compañeros que discrepan, que tienen los viejos principios del partido, y que se van a expresar cuando se dé la oportunidad.

—¿ Cómo percibe el rumbo de este segundo gobierno frenteamplista?

—Lo veo mal. Por dos cosas. Primero, por aquello de que la realidad es el ideal menos algo.Y segundo, porque no veo que haya un propósito revolucionario, en el sentido de transformación profunda. ¿Qué admiramos en la revolución sandinista, en la cubana? La capacidad de trans-formar profundamente la realidad...

—... o de intentarlo.

—O de intentarlo. Eso es ser revolucionario. Si no se busca eso, no se lo es.

—¿ Usted cree que el Frente ha cambiado ese objetivo?

—Creo que sí. De alguna manera, por su condición de coalición, por la relación de las distintas fuerzas que lo componen, no se compite entre esas tuerzas -lo que sería lógico- para mejorar las cosas, sino para tener posiciones y para obtener mejor perfil que otra de las fuerzas, y eso no le hace bien al Frente, le hace mal, se convierte la puja en el objetivo principal, ganar las posiciones y mantenerlas. Se pierde la unidad y se pierde la confianza de la gente.

—Siendo el Frente una coalición, ¿cuál es el problema en admitir los matices, las diferencias?

—En una coalición no hay que ocultar las cosas. Porque si se le echa agua al vino, como decía Hugo Cores con mucha razón, terminamos tomando agua, una cosa insípida. Estas cosas hay que debatirlas a fondo, con fraternidad pero sin transacciones en el sentido de los principios. Esto le puede hacer mucho bien al Frente si se encuentran las vías para procesarlo. Yo me encuentro con mucha gente que quiere participar en esas deliberaciones. Tenemos que abrirle los cauces para que ese torrente vital del Frente se mantenga.

—Estas crisis pueden hacerle mucho daño al Frente, o pueden revitalizarlo

—Sí, si se saca la experiencia que corresponde. Pero hay que tener los caminos para que se procese eso, porque de lo contrario todos nos juntamos entre compañeros criticando todo, manifestamos nuestra insatisfacción, y después no encontramos los caminos para que eso se encauce.

Samuel Blixen

Fuente: Brecha



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