Episodios dramáticos se suceden a cada paso por esta capital y otras localidades de Haití, devastadas por el voraz sismo de la semana pasada y sus posteriores réplicas.
Los destrozos son de tal magnitud que muchas personas que deambulan por las calles en busca de un bocado se niegan a aceptar que el terremoto fue resultado de los caprichos de la madre naturaleza y llegan a atribuirlo a un origen divino.
El panorama es totalmente desolador, con un 60 por ciento de las edificaciones en el suelo, parques y plazas saturados de miles de familias que perdieron sus viviendas, y una ayuda internacional que luego de llegar a los puertos y aeropuertos pareciera esfumarse.
Al rosario de barrios marginales e insalubres que existían en la capital cuando el gran temblor, se sumaron cientos de espacios abiertos, donde personas de todas las edades intentan sobrevivir, y ante la carencia de condiciones, se ven obligadas a alimentarse con lo que pueden y luego hacer sus necesidades en el mismo lugar.
Emisoras como Radio Señal tratan de persuadir a la población para que, al menos, aproveche el paso de los camiones de comunales y depositen los desechos en los mismos, a fin de evitar brotes de epidemias y otros males que nublarían mucho más el escenario.
Cada mañana, miles de ciudadanos se concentran en el área capitalina de Fontamará para intentar abordar un "tap tap" (camionetas para el transporte popular), y salir de la urbe, aún cuando por otros rumbos no tengan familiar alguno que lo acojan.
Entrevistados por Prensa Latina, nos dicen que lo perdieron casi todo, sus casas, sus pocos bienes y van en busca de nuevas oportunidades.
Algunos llevan consigo la ropa que lograron recuperar y alimentos procurados para el viaje, otros, sólo la esperanza de que el futuro le sonría alguna vez.
Es evidente que la ayuda que está llegando del exterior no está en correspondencia con la magnitud de la catástrofe.
Hay mil 500 integrantes de grupos de rescate de varios países expandidos por las calles y no se constata su efectividad.
Y es que no sólo se trata de socorrer a las personas que están debajo de los escombros, sino de rescatar a los miles de damnificados enfermos, que permanecen anónimos en los campamentos improvisados y ni siquiera saben a cuál centro de salud asistir.
Acorde con esta necesidad, la brigada médica cubana ya activó puntos de atención en algunas plazas, entre ellas la emblemática "Champ de Mars", frente al devastado Palacio Nacional.
Este despliegue humanitario se añade a los 11 centros donde los galenos de la isla prestan servicios en esta nación y los dos hospitales de campaña habilitados luego de la catástrofe.
Funcionarios haitianos dicen que la cifra de muertos a causa del sismo puede ubicarse entre los 100 mil y 200 mil, y que 75 mil cuerpos ya fueron enterrados en fosas comunes.
Los restos de muchos otros permanecen carbonizados en aceras y otros sitios, pues al no ser recogidos, los pobladores optaron por cremarlos para evitar su descomposición.
En una puerta trasera de la catedral, cuya majestuosa estructura quedó demolida por el terremoto, permanecen los cuerpos sin vida de tres mujeres, a quienes una guillotina de bloques atrapó por el torso cuando la tierra tembló, interrumpió la misa y ellas trataron de buscar una salida.
Imágenes como ésta pueden ser captadas en disímiles edificaciones pulverizadas en otros rincones de la ciudad, donde el zumbido del sismo parece interminable.
Enrique Torres, enviado especial
Fuente: PL
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