22 enero 2006

ALBERTO CANDEAU, LA VOZ DE TODOS




ALBERTO CANDEAU, una de las figuras patriarcales del teatro uruguayo nació el 11 de octubre de 1910. Nació en Ciudad Vieja pero vivió su infancia y adolescencia en el barrio del Reducto, que marcó su estilo de actor intuitivo, con gran sentido de lo popular.

Ingresó a la actividad teatral en 1931, en la compañía de Carlos Brussa, que fue para él una verdadera escuela en la cual templó sus medios y afianzó su vocación.

Luego de participar en varias experiencias fallidas de formar elencos oficiales estables en Uruguay, ingresó en el grupo fundador de la Comedia Nacional, donde debuta con la obra "El león ciego" de Ernesto Herrera, el 2 de octubre de 1947.

No podemos olvidar la obra de Juan Manuel Bengoa "La patria en armas" donde Candeau tuvo a su cargo el papel de Artigas, y fue dirigido por Margarita Xirgú.

Un físico tremendo, un vozarrón impresionante, el manejo de su decir dominaron a cada espectador. Hizo cine en la época del mudo, cuando apenas tenía 19 años, con "El pequeño héroe del Arroyo de Oro". Aquella historia del niño que salva a su hermana de la locura mortal de un pariente. Luego insistió con "Ladrón de Suelos" y su presencia fue requerida por Fernando Ayala para el papel de un caudillo venido a menos en "El Jefe" e hizo una segunda película en la vecina orilla, de terror erótico, "Placer sangriento" de Miguel Vieyra. Participó asimismo en ciclos de teleteatros y radioteatros nacionales.


Entre 1955 y 1985 dirigió 17 espetáculos, todos ellos con la Comedia Nacional, menos uno con El Galpón, desde "Despierta y canta" de Odets, pasando por "Procesado 1040" de Patrón, uno de los mayores éxitos de público del elenco oficial.

Candeau, como el teatro y la cultura nacional, también supo de "tiempos sombríos" según palabras de Brecht, a quien el actor interpretó extraordinariamente en una de sus máximas creaciones: "Galileo Galilei".

Como director cerró su actividad con la obra de Víctor Manuel Leites "El Chalé de Gardel", donde una vez más el maestro dio prueba de su perspicacia, su conocimiento cabal del teatro rioplatense, la idiosincracia de sus personajes y de un sutil manejo de actores.


Fue varias veces laureado por Casa del Teatro, Círculo de la Crítica y Asociación de Críticos Teatrales del Uruguay.

Fuera de la actividad artística, Alberto Candeau será recordado siempre por haber sido la voz de todos los uruguayos demócratas, en la lectura de la Proclama del Obelisco, en 1983, cuando medio millón de uruguayos le escuchó culminar su llamado con el exaltado: "¡Compatriotas!: proclamemos bien alto y todos juntos, para que nuestro grito rasgue el firmamento y resuene de un confín a otro del terruño, de modo que ningún sordo de esos que no quiere oír diga que no lo escuchó. ¡Viva la patria!, ¡Viva la libertad! ¡Viva la República! ¡Viva la democracia!".

Un 22 de enero de 1990, el impresionante vozarrón de Alberto Candeau, enmudecía para siempre.


Hoy, 16 años después, todavía sigue vibrando en nuestros oidos y corazones su voz en el grito de ¡Viva la patria!, ¡Viva la libertad! ¡Viva la República! ¡Viva la democracia!